El 3 de diciembre de 2025, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos aprobó el incremento al salario mínimo que entrará en vigor el 1 de enero de 2026.
El ajuste viene con dos velocidades:
- Para la Zona Libre de la Frontera Norte, el salario mínimo sube 5 %, de 419.88 a 440.87 pesos diarios.
- Para el resto del país, el aumento efectivo es de 13 %, resultado de sumar un Monto Independiente de Recuperación (MIR) de 17.01 pesos más un incremento porcentual real de 6.5 %, lo que lleva el mínimo general de 278.80 a 315.04 pesos diarios.
A partir del 1 de enero de 2026, ningún trabajador formal puede ganar menos de esas nuevas cifras. Esto obliga a ajustar tabuladores, contratos y presupuestos de nómina en todos los sectores, incluyendo construcción, facility management, comercio, servicios y operación de activos inmobiliarios.

Qué significa el nuevo salario mínimo para las empresas
El aumento de doble dígito al salario mínimo general tiene varias lecturas para negocios e inversionistas:
- Efecto escalera en tabuladores
Aunque el ajuste es obligatorio solo en la base, muchas empresas terminan recorriendo todo el tabulador para mantener diferenciales entre niveles operativos. Ese “efecto dominó” es especialmente sensible en industrias intensivas en mano de obra: construcción, mantenimiento, seguridad, limpieza y servicios de operación de inmuebles. - Presión sobre contratos de largo plazo
Contratos de obra, administración de inmuebles, property y facility management firmados con tarifas planas o sin cláusulas claras de indexación al mínimo se van a tensionar. O el proveedor absorbe el incremento o se renegocia precio; en muchos casos, no habrá margen para lo primero. - Impacto directo en OPEX de portafolios
Para desarrolladores, FIBRAs y fondos, el aumento presiona el gasto operativo de naves industriales, plazas comerciales, edificios de oficinas y vivienda en renta, donde una parte relevante del costo está ligada a servicios de personal. - Reconfiguración de esquemas laborales
Empresas que venían operando con sueldos apenas arriba del mínimo se verán obligadas a profesionalizar tabuladores, automatizar procesos o redefinir roles para absorber el incremento sin perder competitividad.
Lectura estratégica para el sector inmobiliario
En clave Inmobiliare Capital, el movimiento del salario mínimo 2026 no es solo un tema laboral; toca de lleno los modelos de negocio del real estate.
En desarrollo y construcción, el alza pega en:
- costos de mano de obra directa en obra,
- costos de contratistas y subcontratistas que basan su estructura en salarios mínimos,
- presupuestos de proyectos en preventa o construcción que traían costos “viejos”.
Eso obliga a revisar presupuestos de CAPEX y, en muchos casos, a ajustar precios de venta o absorción esperada para mantener márgenes.
En la operación de activos, el aumento se refleja en:
- servicios de vigilancia, limpieza, valet, mantenimiento y operación 24/7,
- contratos con operadores de hoteles, parques industriales o centros comerciales que incluyen personal operativo,
- costos de administración en vivienda en renta, coliving y BTR.
Para FIBRAs y fondos, el reto será mantener márgenes operativos y distribuciones sin sacrificar calidad de servicio, sobre todo en activos con contratos de renta fijos o con incrementos limitados.
Qué deberían estar haciendo ya los corporativos y jugadores inmobiliarios
Más allá de cumplir la ley, el nuevo salario mínimo obliga a mover varias piezas internas:
- Actualizar de inmediato tabuladores y nómina para garantizar que todos los empleados de base queden por arriba del nuevo mínimo en su región.
- Revisar contratos de servicios y de obra para identificar dónde hay riesgo de presión de costos y en qué casos conviene renegociar tarifas o plazos.
- Recalibrar modelos financieros de proyectos en pipeline: sueldos de obra, gastos de operación, costos de arranque y margen objetivo.
- Cruzar la variable laboral con la narrativa ESG: el aumento del mínimo puede ser parte del storytelling de buen empleador y de impacto social, pero solo si se acompaña de formalización y mejores prácticas.
El mensaje de fondo es claro: el salario mínimo en México seguirá siendo una variable política y económica clave. Para el sector inmobiliario y la inversión, ignorar su dinámica es seguir modelando proyectos con supuestos viejos.
Los jugadores que integren de forma seria el costo laboral —y su trayectoria al alza— en sus decisiones de ubicación, diseño y operación tendrán una ventaja real frente a quienes sigan tratando la nómina como un rubro estático en Excel.