La infraestructura de barrido urbano es una pieza silenciosa pero clave en la gestión de residuos sólidos municipales.
No solo retira basura visible.
También reduce la resuspensión de partículas y evita que contaminantes lleguen a ríos y cuerpos de agua, con impacto directo en salud pública y sostenibilidad ambiental.

Un estudio reciente en cuatro localidades de Bogotá, Colombia, se propuso ir más allá del enfoque operativo clásico y desarrollar un modelo de evaluación dinámica para los servicios de barrido urbano.
La novedad: integrar datos del sistema operativo con la percepción ciudadana, para capturar el comportamiento socioambiental del servicio como un sistema acoplado.
Metodología: del dato operativo a la simulación dinámica
La investigación se estructuró en cuatro fases:
- Revisión global de literatura sobre barrido urbano, gestión de residuos y modelos dinámicos.
- Encuesta de percepción ciudadana sobre calidad, puntualidad y comportamiento del servicio.
- Desarrollo de un modelo de simulación dinámica que integra variables operativas y de percepción.
- Análisis estadístico de toda la información generada.
Este enfoque permite probar escenarios, estimar impactos de cambios operativos y entender cómo reaccionan los ciudadanos ante variaciones en el nivel de servicio.
Resultados: la técnica no basta sin ciudadanía
Los resultados son claros: la eficiencia técnica medida por el índice de limpieza de calles no garantiza por sí sola la sostenibilidad del servicio.
El modelo muestra que factores geométricos, espaciales y climáticos pueden reducir el índice de limpieza hasta en un 100%, lo que expone la vulnerabilidad de la infraestructura frente a condiciones externas:
- Calles con geometrías complejas.
- Altos niveles de tráfico y ocupación del espacio público.
- Lluvia, viento y otras variables climáticas.
Al validar el modelo se detecta una brecha importante entre lo que indican los indicadores operativos y lo que perciben los ciudadanos.
La evaluación integral del servicio puede caer hasta 64.2% cuando se incorporan métricas de percepción.
En otras palabras: el sistema puede reportar calles “limpias” en términos técnicos, mientras la población sigue evaluando mal el servicio por atrasos, mala interacción con el personal o suciedad recurrente en puntos críticos.
La percepción ciudadana como variable estratégica
El estudio utiliza indicadores de percepción con un nivel de confiabilidad robusto (α de Cronbach = 0.770), lo que da solidez estadística a los resultados.
Entre las variables que más pesan en la satisfacción ciudadana destacan:
- Puntualidad del servicio.
- Actitud y trato del personal de barrido.
- Claridad en las rutas y frecuencia.
Esto implica que la legitimidad del servicio no depende solo de cuántas toneladas se recogen, sino de cómo se presta: visibilidad, consistencia y calidad del contacto con la comunidad.
Para autoridades locales y empresas concesionarias, integrar estos indicadores deja de ser un ejercicio de relaciones públicas y se convierte en una herramienta para reducir conflictos, mejorar cumplimiento de contratos y fortalecer la aceptación social de la infraestructura urbana.
Un modelo dinámico como herramienta de decisión
El modelo desarrollado se plantea como una herramienta de apoyo a la decisión para:
- Optimizar la asignación de recursos (equipos, cuadrillas, horarios).
- Diseñar estrategias para mitigar impactos socioambientales.
- Ajustar servicios según patrones de uso real y percepción ciudadana.
- Fortalecer la legitimidad institucional en el mantenimiento de infraestructura urbana.
Sin embargo, los autores reconocen limitaciones:
- El modelo todavía no representa del todo factores como comercio informal o vehículos estacionados ilegalmente, que modifican los patrones de suciedad y acceso de cuadrillas.
- Existe heterogeneidad espacial en los índices de limpieza que requiere enfoques más finos, como modelado estocástico y estudios de largo plazo sobre la evolución de la percepción ciudadana.
Implicaciones para ciudades e infraestructura urbana
Para gobiernos locales, operadores de servicios urbanos y desarrolladores que participan en esquemas de concesión o APP, las lecciones son directas:
- No basta con cumplir indicadores operativos; la percepción ciudadana debe integrarse al diseño y evaluación del servicio.
- La infraestructura de barrido y gestión de residuos es parte del valor de destino: influye en atractivo urbano, salud pública y apetito de inversión.
- Modelos dinámicos como el aplicado en Bogotá permiten anticipar cuellos de botella y negociar con mejor información entre autoridades, concesionarios y comunidad.
En un contexto de ciudades más densas y presión creciente sobre los sistemas de gestión de residuos, este tipo de herramientas ayuda a mover la conversación del “se barre o no se barre” hacia una visión de infraestructura urbana inteligente, medible y legitimada por la ciudadanía.