El actual contexto mundial supone varios retos para el sector inmobiliario, uno de los más complejos y desafiantes es la salud del medioambiente y de los usuarios finales. Por un lado, el cambio climático avanza, por lo que disminuir el impacto de un sector que emite alrededor del 40% de CO2 es primordial; por otra parte, a la necesidad de mitigar enfermedades del tipo laboral se suma la prevención de contagios de Covid-19 y el diseño y creación de entornos saludables adquirió mayor relevancia.
En este sentido, el interés de des arrolladoras inmobiliarias y propietarios por las diferentes certificaciones de sostenibilidad para edificios ha crecido, ya que son múltiples los beneficios y ventajas a las que acceden en términos medioambientales y de salud de usuarios, que además generan ahorros en los costos operativos del edificio y mayor valoración, por mencionar algunos.
Al mismo tiempo, tener algún tipo de certificación de sostenibilidad también otorga prestigio ante inversionistas e inquilinos o clientes.
Existen tres certificaciones que han cobrado relevancia en el país: LEED, WELL y EDGE. Estas tienen como objetivo verificar los aspectos sostenibles de cualquier edificio, mediante evaluaciones subcontratadas e imparciales, realizadas por distintas fuentes.
La certificación Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental (LEED, por sus siglas en inglés), desarrollada en 1998 por el Consejo de la Construcción Ecológica de Estados Unidos (U.S. Green Building Council – USGBC), procura el aprovechamiento del agua y optimización de la energía, la generación de residuos, la construcción con materiales reutilizados y el manejo de estos, la emisión de CO2, entre otras.
Es decir, para acceder a ella, los edificios deben diseñarse con el fin de minimizar el impacto ambiental en su construcción y operaciones. Esta certificación cuenta con diferentes niveles: LEED, LEED Silver, LEED Gold y LEED Platinum.
En México la certificación LEED es la que más ha avanzado, ya que existen casi 2,000 proyectos comerciales registrados y certificados, con un total de 32.5 millones de m2 de área bruta rentable (ABR). Aunque es la más reconocida en el país, todavía hay un gran espacio para su crecimiento, impulsada por los acuerdos medioambientales, el de París, principalmente.
La certificación WELL Building Standard, nacida en 2013, califica el impacto del entorno de una edificación con la salud y el bienestar de sus usuarios, a través del comportamiento, operación y diseño del inmueble. Esta certificación busca mejorar la calidad del ambiente en interiores para proveer salud, bienestar y productividad a través de diferentes conceptos: aire, agua, iluminación, movimiento, nutrición, confort térmico, sonido, materiales, mente y comunidad.
WELL tiene tres versiones: WELL V1, WELL V2 y WELL CORE, a su vez, los primeros dos tipos cuentan con niveles: Silver, Gold, Platinum. Esta certificación es relativamente nueva en el país, son muy pocos los edificios que están registrados para obtenerla. Sin embargo, la mala calidad del aire en distintas ciudades del país y la emergencia sanitaria de Covid-19 puede incentivar su uso.
Cabe decir que, en algunos puntos las certificaciones LEED y WELL se complementan, pero también pueden contraponerse, pues una buscará implementar algún mecanismo para mejorar el ambiente, mientras que la otra optará por la eficiencia energética, por ejemplo.
La certificación Excellence in Design for Greater Efficiencies (EDGE), desarrollada por la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), miembro del Grupo Banco Mundial, evalúa tanto construcciones nuevas como existentes. Esta propone la disminución de los recursos utilizados en una escala de estándares locales. Para esta certificación se debe cumplir con un mínimo de ahorro del 20% en energía y agua.
EDGE posibilita que sea más rápido, fácil y asequible la construcción de edificios ecológicos, a través de tres niveles: EDGE Certified, Advanced y Zero Carbon.
Si bien la sustentabilidad conlleva una inversión extra, entre el 5 y 10% del costo total del edificio, porque las certificaciones tienen un costo, el cual dependerá del tamaño del edificio, el equipamiento implementado y el tipo de certificación que se quiere obtener, el retorno es seguro de la mano del ahorro en consumo operativo, además, las propiedades adquieren mayor valor y es posible que sus precios en renta o venta aprecien frente a los promedios de mercado.
Oficinas, con mayor avance en certificación
Los desarrolladores de oficinas han liderado el impulso de las diferentes certificaciones y, en muchos casos, ostentan las certificaciones de los niveles más altos.
Los cinco edificios LEED Platino más grandes del país y con mayor aprovechamiento de tecnologías sustentables son de oficinas, las torres Virreyes de Fibra Danhos, BBVA Bancomer, Reforma, Punta Reforma y Torre HSBC, todos en la Ciudad de México. A estos corporativos se suman más edificios en Monterrey y Guadalajara, pero de menor tamaño y con certificaciones de menor nivel.
Asimismo, los únicos tres edificios con certificación LEED en México son de oficinas, se trata de los corporativos de Bioconstrucción y Cushman & Wakefiel. Además, el país tiene 22 proyectos en vías de certificación, como Neuchâtel Cuadrante Polanco de Hines.
Por: Pamela Ventura, content manager de Datoz. En colaboración con Mauricio Mireles, director operativo de Convirtus.
*Nota del editor: Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Inmobiliare.
Este es un fragmento del artículo de la edición 129 https://inmobiliare.com/inmobiliare-129/