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    El modelo de vivienda del Co-housing

    Aunque la sociedad siempre ha basado su desarrollo en el principio de las relaciones comunitarias y de apoyo mutuo, en los últimos siglos el Occidente se ha movido cada vez más hacia una sociedad caracterizada por vínculos sociales débiles. Las primeras experiencias de co-housing se generaron en esta situación de esterilización del entorno social, partiendo precisamente de grupos de personas que aspiraban a vivir en un contexto social vivo y dinámico.

    A partir de estas primeras experiencias de los años 70s y 80s del siglo XX, se ha generado un fenómeno global que en pocas décadas ha influido en el panorama inmobiliario de diversos países, en particular los anglófonos y europeos, llegando a aparecer más recientemente en países de América Latina, Asia y África.

    Para entender cómo este fenómeno puede ser considerado un modelo que responde a las necesidades habitacionales surgidas durante la pandemia, es necesario tener claro qué características permiten definir a un proyecto como “co-housing“: grandes espacios compartidos para compartir las actividades, una estructura que es de gestión no jerárquica, una gestión comunitaria directa y la libre voluntad de participar en la vida de la comunidad son la base de todo proyecto de co-housing.

    En particular, el último aspecto, el ligado a la libertad de participación, es particularmente importante y diferencia el co-housing de otras soluciones habitacionales aparentemente similares, como fraccionamientos privados, viviendas sociales, residencias para estudiantes, comunidades religiosas, etc.

    Aquellos quienes deciden participar en un proyecto de co-housing lo hacen movidos exclusivamente por la aspiración libre de crear una dimensión comunitaria en torno a su hogar (sin, por tanto, que la búsqueda de seguridad, las necesidades económicas o las reglas religiosas sean el motivo principal).

    Sin embargo, para explicar el éxito que está teniendo este modelo de vivienda, hay que reconocer otra característica muy importante: la versatilidad de la tipología. Debido a las diversas conformaciones y características que este fenómeno puede asumir, el co-housing es capaz de despertar el interés tanto del público en general como de los diseñadores, así como de las empresas constructoras. De hecho, las razones que motivan a una comunidad a desarrollar un proyecto, las características sociales de los residentes, el contexto donde se desarrolla el proyecto, el modelo de propiedad que se elige o el nivel de compartir espacios y actividades son todas variables que pueden diferenciar los proyectos. Esto hace que el co-housing sea una posible solución a diversas necesidades, contextos y motivaciones.

    Además, un aspecto central de todo proyecto de co-housing es la importancia que se le asigna a la persona: en estas comunidades todos los vecinos asumen un papel central y son un elemento clave para el desarrollo de la propia comunidad. Por ello, además de garantizar los mismos niveles de privacidad e intimidad de las viviendas “tradicionales”, el co-ousing ofrece amplios espacios compartidos y co-gestionados, en los que la persona puede encontrar un “entorno de casa” fuera de la casa particular y aquí puede cultivar las propias pasiones en un ambiente social animado y variado.

    En los espacios compartidos conviven personas de diferentes edades, co-organizando y co-gestionando las actividades de la comunidad, dando valor a la participación de todos los miembros.

    En este sentido, la tipología del co-housing:

    1- Ofrece un bien sostenible que promete bienestar a los residentes El co-housing es capaz de despertar el interés tanto del público en general como de los diseñadores, así como de las empresas constructoras.

    2- A través de lugares para compartir, crea un ambiente social vivo, apto para todos los grupos de edad.

    3- Presenta servicios comunitarios que reproducen la lógica de la proximidad.

    4- Ofrece espacios compartidos protegidos y flexibles, capaces de albergar actividades lúdicas, recreativas o productivas.

    5- Fomenta la convivencia de personas con diferentes edades, experiencias y conocimientos, enriqueciendo a la comunidad y valorizando a la persona.

    Es así como el co-housing se convierte en un modelo de vida contemporánea: no solo se ofrecen espacios en los que vivir, sino lugares en los que habitar.

    Por: Emanuele Giorgi, profesor investigador de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño del Tecnológico.

    Este es un fragmento del artículo “La persona al centro del proyecto: la importante lección de la pandemia” de la edición 129 https://inmobiliare.com/inmobiliare-129/

    Para obtener más información, visite: www.tec.mx

    *Nota del editor: Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Inmobiliare.

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