De acuerdo con el Banco Mundial, más del 50% de la población global vive en zonas urbanas y se estima que para 2045 esa cifra aumente en 1.5 veces hasta llegar a 6 mil millones de personas. Esto equivaldría a que 7 de cada 10 vivirán en ciudades. En México, el porcentaje actual de quienes habitan dichas áreas asciende a 78%, según datos del INEGI.
Lo anterior deriva en una serie de retos en temas de sostenibilidad, movilidad y calidad de vida para las metrópolis, a los que se han sumado los efectos de la pandemia. La Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU) reportó en julio de este año que cerca del 90% de los casos de contagio por Covid-19 se presentaron en zonas urbanas ya que “el tamaño de su población y el alto nivel de conectividad las ha hecho más vulnerables”.
Asimismo, la crisis de vivienda a la que se enfrentan muchos países ha orillado a que 24% de las personas a nivel mundial, resida en zonas informales o en condiciones de hacinamiento, usualmente ubicadas en la periferia. Este hecho, junto a la concentración de la oferta de servicios en puntos específicos, contribuye a problemas de movilidad debido a la gran afluencia de usuarios que viajan a ellos y para quienes en muchas ocasiones el transporte público es insuficiente; a la vez que el uso desmedido de automóviles individuales congestiona las vías, aumentando los tiempos promedio de traslado y la contaminación.
De esta forma, se produce un efecto en cadena pues aunque las urbes son núcleos económicos fundamentales que aportan 60% del PIB, también representan alrededor del 70% de las emisiones de carbono mundiales, detalla la ONU en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11. No obstante, debido a su destacado rol como centros de innovación y creatividad, es en ellas donde pueden encontrarse las respuestas. Por esta razón, la aplicación de soluciones novedosas y tecnológicas es uno de los principales propósitos en mira de lograr metrópolis más inteligentes, inclusivas, seguras, sostenibles y resilientes.
¿Qué es una ciudad resiliente?
En el contexto de la crisis sanitaria frecuentemente se habla de resiliencia desde distintas perspectivas, una de ellas es el desarrollo urbano. Al respecto, se han creado importantes iniciativas que desde antes de la coyuntura se enfocan en construir metrópolis más fuertes. Tal es el caso de la Red Global de Ciudades Resilientes (antes 100 Ciudades Resilientes) cuyo objetivo es proteger a comunidades vulnerables ante adversidades urbanas, físicas, sociales, económicas y climáticas. Es financiada, entre otras asociaciones, por la Fundación Rockefeller y se conforma por un centenar de urbes del mundo, de las cuales, cuatro son mexicanas: Ciudad Juárez, Guadalajara, Colima y Ciudad de México.
“La resiliencia es esa capacidad que tienen los seres humanos, comunidades, o países para recuperarse lo más pronto posible y salir fortalecidos después de algún fenómeno que pueda convertirse en desastre”, señala en entrevista con Inmobiliare, Norlang García Arroliga, Chief Resilience Officer de la CDMX.
Para que una ciudad construya esta cualidad requiere de políticas públicas y organización entre el gobierno, el sector privado y la sociedad, además de contar con fondos necesarios para poder incentivar desde distintos ramos, añade.
En 2017 se creó la Agencia de Resiliencia de la CDMX que se transformó en la Dirección General de Resiliencia de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, desde donde se impulsan proyectos en varios sectores de la capital del país, para fortalecerla ante incidentes naturales como sismos, inundaciones o sequías, pero también en sus procesos de movilidad, desarrollo urbano y cuestiones medioambientales. Para ello, la tecnología es un pilar estratégico, “tan es así que en la administración actual se desarrolló la Agencia Digital de Innovación Pública como un ente encargado de facilitar y digitalizar muchos de los procesos administrativos”, expone Norlang García.
A partir de la pandemia, la digitalización pasó de ser una herramienta útil a una necesidad para minimizar la exposición de las personas al riesgo de contagio por Covid-19, pero aunado a esto, la creación de un canal digital único facilita la obtención de trámites, eficientando con ello otros procedimientos al hacerlos más ágiles y reduciendo costos.
La tecnología también ha sido de ayuda para la construcción del Atlas de Riesgo como un instrumento de planeación, desarrollo y ordenamiento territorial y urbano. “Una ciudad necesita ser resiliente por diversos conceptos, nosotros lo vemos desde un enfoque de prevención de desastres, por eso consideramos que es fundamental identificar y comprender escenarios y riesgos futuros, para lo cual el Atlas es una gran herramienta”, comenta el director.
“La resiliencia debe construirse en diversos sectores y la tecnología tiene que ser parte, pues con ella podemos recuperarnos más rápido y de forma eficiente. Ahí tenemos un nicho importante para seguir estudiando”.
Si bien, en las metrópolis esta orientación ha sido utilizada por la construcción e ingeniería para crear inmuebles e infraestructuras sismoresistentes, puede ser aplicada del mismo modo en campos como la sustentabilidad, movilidad y conectividad. “La CDMX ha avanzado mucho con una tarjeta única que acerca a diferentes medios de transporte, pero también se trata de construir ciudades inteligentes, porque una ciudad inteligente es resiliente”, dice García.
Recientemente, la Red Global anunció su colaboración con VISA para fomentar la transformación digital de 17 urbes de Latinoamérica y ayudarlas a poner en marcha soluciones inteligentes que reduzcan la brecha de acceso a la tecnología. Una de las acciones iniciales es la implementación de sistemas de pago con tarjeta sin contacto (contactless) en el transporte público, que beneficiará en su primera etapa a tres localidades de la región.
Al respecto, el Chief Resilience Officer de la CDMX apuntó que esta es una de las muchas ventajas que representa la conexión con la Red. Asimismo, adelantó que como participantes del programa presentarán un proyecto propio orientado a lo digital y otros campos, el cual, aún se ubica en la fase de diseño.
“El objetivo es seguir y sobre todo que esos procesos lleguen a la población vulnerable y que no es usuaria de la tecnología. Tiene que ser incluyente y ese es el reto en una metrópoli megadiversa”, concluyó.
Por: Daniela González
Este es un fragmento del artículo Resiliencia y transformación digital: hacia ciudades más inteligentes de la edición 122 https://inmobiliare.com/inmobiliare_v2/inmobiliare-122/