A medida que las poblaciones urbanas siguen aumentando y los desafíos de la contaminación, la congestión y la delincuencia se agudizan, debemos repensar cómo las personas experimentan cada aspecto de sus vidas; se trata de hacer las ciudades más humanas.
Vivimos en una época de extraordinaria innovación, impulsada por el crecimiento exponencial de los datos. Como diseñadores, podemos crear edificios con sistemas inteligentes que aumenten las capacidades de las personas y atiendan las necesidades individuales con experiencias verdaderamente personalizadas. El despliegue de tecnología al servicio de las personas se puede convertir en la fuerza impulsora de las ciudades para hacerlas más eficientes, habitables y sostenibles.
En la mayoría de las ciudades, la mancha urbana contemporánea está compuesta en un 70% por desarrollos de vivienda. El uso de suelo habitacional determina la forma y la densidad urbana, y aunque se ha asumido un sentido facilitador que contribuya al crecimiento, en realidad se ha convertido en un factor de desigualdad.
Sabemos que el desarrollo de vivienda es la apuesta para poder tener un negocio exitoso, pero es vital que permita una ciudad para todos. Juntos debemos trabajar en mitigar la especulación inmobiliaria, que la vivienda no se vea como un mero valor transaccional, sino también con un valor patrimonial, hacia el lugar y para la sociedad.
La vivienda no debe ser solo para quien la habita, se debe pensar en la vecindad, en los apegos emocionales que ligan a un grupo de personas por el único motivo de vivir en el mismo lugar.
El cambio de paradigma debe comenzar por el entendido de que la vivienda no es social, es colectiva. No se trata de la construcción de casas, dicta Fernanda Canales, sino de la construcción de sociedades. La vivienda colectiva, entendida como parte de un proceso de hacer ciudad, es aquella que encuentra o procura un espacio que está rodeado de vida en todos sus contextos. La vivienda no es el centro del desarrollo habitacional, sino que es un habilitador más del vecindario, no debe verse como ‘el ancla’ del desarrollo.
Para emprender ciudad, necesitamos innovar, prospectar, calcular riesgos y definir estrategias que nos permitan formar modelos de negocio consciente, sostenible, asequible y por supuesto, rentable. Necesitamos inversión centrada en el ciudadano.
Si pensamos en emprender ciudad, debemos pensar en la estrategia común, no solo en la oferta y demanda inmediatas. Ejemplos de emprendedores de ciudad son aquellas desarrolladoras que han logrado invertir en una vecindad consolidada, construyendo nuevos modelos de vivienda, vertical, asequible, pero que al mismo tiempo están conscientes de que es necesario involucrar a la comunidad para que su proyecto sea bienvenido.
Tal es el caso de la desarrolladora Cuarto Piso que ha trabajado en conjunto con la comunidad de las colonias en las que desarrolla, con el fin de trabajar de manera participativa el proyecto de vivienda. Y no solo en la iniciativa privada, también en la academia trabajamos en conjunto con actores ciudadanos, públicos y privados, en identificar retos reales para sumergir a los estudiantes en el diseño y validación de herramientas, modelos, y proyectos que los orienten a ser futuros emprendedores de ciudad.
Varios estudios de mercado demuestran que ubicar desarrollos habitacionales junto a espacios públicos bien diseñados tiene beneficios económicos positivos para las empresas, los residentes y la comunidad en general.
Hay poderosas razones económicas para invertir en ambientes caminables, desde parques públicos hasta plazas, paisajes urbanos y espacios en las aceras. Las ciudades y los desarrolladores deben continuar promoviendo la inclusión de espacios públicos transitables, conectados y orientados al peatón para crear comunidades habitables y saludables. En ambientes así, ganamos todos.
El problema, de acuerdo a Talen, surge a partir de pensar a la comunidad como un fin y no como un proceso en la planeación. La comunidad como fin se percibe como un artefacto del diseño y la planeación del entorno residencial, es decir que con el ambiente construido se busca obtener ciertos resultados sociales; mientras que la comunidad como un proceso busca fortalecer las capacidades locales y el empoderamiento de vecinos en los procesos de planeación y de resolución de problemas.
Una ciudad es tan buena como sus vecindarios. Desde la escuela de sociología urbana de Chicago hasta las corrientes más contemporáneas del Nuevo Urbanismo, se ha destacado la importancia de las vecindades como entornos de cohesión social y su diseño como un elemento para mantener el bienestar de sus comunidades.
A medida que la economía continúa recuperándose, tenemos la oportunidad y la obligación de repensar cómo invertimos en los vecindarios más resilientes de nuestras ciudades, explorando formas realistas bajo las que podemos revitalizar las comunidades, crear acceso a servicios básicos y atraer inversiones futuras, preparándonos para apoyar mejor a los ciudadanos y crear mejores caminos para su futuro.
A manera de conclusión, he de decir que pensar en la ciudad como una empresa (y que no necesariamente significa lo mismo que el negocio de la ciudad) nos permite visibilizar ventajas y beneficios no solo económicos, sino sociales y políticos. La inversión realizada por y para una comunidad (accionistas) es un activo duradero que emerge con el paso del tiempo.
La planeación estratégica en el debate sobre la ciudad (empresa) y su futuro, permite fortalecer el tejido social y estimula debates que debieran evolucionar lo suficiente como para dar respuesta y reconocer las complejidades y diversidad que posee la ciudad, mediante un modelo alternativo de gobernabilidad, aplicando conceptos como la competitividad, la equidad y la sostenibilidad. El desarrollo de vivienda se vuelve, en esta analogía, el activo fundamental de nuestra empresa (la ciudad) y del bienestar de todos nuestros accionistas (ciudadanos).
Por: Dra. Viviana Barquero Díaz Barriga, Directora Regional del Departamento de Arquitectura en la Región Centro Sur Tecnológico de Monterrey viviana.barquero@tec.mx
Para obtener más información, visite: https://tec.mx/es
Este es un fragmento del artículo Emprender ciudad: la vivienda como activo para los ciudadanos accionistas de la edición 130 https://inmobiliare.com/inmobiliare_v2/inmobiliare-130/
*Nota del editor: Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Inmobiliare.