Carlos Agustín es un artista visual prolífico sin duda, y esto se aprecia en sus varios cam
pos creativos: escultura (el más conocido), fotografía y pintura. De hecho, se considera a sí mismo como un creador multidisciplinario. Cabe decir que justo ahora trabaja en un libro artístico que incluye fotografías con el tema del desnudo femenino: Iconoclasias, un título que define el carácter y concepto de esta obra, la cual pone en tela de juicio el canon de belleza occidental.
De Carlos Agustín se presume un ojo sumamente calculador, perfecto. Un encuadre del que es imposible salir para mantener la línea exacta. Esto le sucede en todas sus áreas inventivas; pero, es en la 
escultura donde más se distingue su necesidad de precisión, pues tanto las formas como el material utilizado hacen cita de la pureza en la figura total; tal y como el creador indica: “mudar de tendencia es algo natural en todo artista”, algo que él nombra “etapas de búsqueda”.
Esto le sucede después de una amplia trayectoria, ya que desde 1979 realiza exposiciones individuales y ha participado en más de 120 colectivas, donde se aprecia su inclinación hacia lo abstracto-geométrico. 1979 indica el año de su primera exposición importante, su primer premio. “Me dieron mención honorífica unánime en el Salón Nacional –Sección Trienal de Escultura, y ahí me di cuenta de que ése era mi camino: la escultura geométrica”.
Carlos Agustín crea esculturas de todos los tamaños: pequeñas, medianas, grandes, hasta monumentales. En cuanto a las últimas, cabe mencionar aquélla que se encuentra dentro del Hotel Presidente Intercontinental de la Ciudad de México, Votiva, con aproximadamente 10 metros de altura; y retorna el Viento I y II, la primera se encuentra en el Instituto Politécnico Nacional, y la segunda se sitúa en Grand Polanco, con 22 metros de altura. Otros ejemplos de sus esculturas monumentales se encuentran en Torreón, Toluca y varios lugares más.