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    La evolución de las ciudades y movilidad tras la pandemia

    La crisis generada por el Covid-19 ha alterado todos los ámbitos de la vida proponiendo nuevos retos para los sistemas económicos, sanitarios y sociales de todos los países alrededor del mundo. Evidenciado la necesidad de replantear la configuración de las ciudades, ya que las áreas urbanas se han convertido en el epicentro de la pandemia con un gran porcentaje de la población afectada; y por el momento, el distanciamiento social seguirá estando presente en el espacio público.

    Al respecto Pablo Yrizar, vicepresidente ejecutivo de CBRE México, comentó: “Las oleadas de cambio que desencadenan los periodos de crisis sobre el mercado inmobiliario, han motivado a que este se reinvente con un nuevo impulso. Así, la experiencia derivada de cada recuperación siempre genera mejores prácticas para el futuro y potencia el desarrollo. La crisis actual, creará una disrupción en la forma en que trabajamos, consumimos, nos entretenemos y vivimos, aunque nadie sabe la profundidad del cambio ni su duración”.

    Yrizar agregó que las oportunidades que plantea este “gran confinamiento” (término acuñado por el FMI) son tan profundas como sus riesgos, con ganadores y perdedores en los sectores económicos: “Los anteriores serán determinados por el acceso y adaptación de las nuevas tecnologías, que permitan el ascenso de una economía low touch, donde el gran reto será seguir haciendo negocios y una vida social manteniendo la distancia física constante con clientes, socios y amigos, al menos por un periodo.

    Ahora los arquitectos y urbanistas de todo el mundo se enfrentan a un nuevo reto: rediseñar las ciudades para crear espacios más resilientes y seguros, sin dejar de lado la sustentabilidad. Algunos de ellos ya apuestan por estructuras urbanas que puedan adaptarse rápidamente ante futuras crisis. A esto se le conoce como urbanismo táctico que consiste principalmente en implementar cambios reversibles que no requieran de una elevada inversión.

    Asimismo, cualquier propuesta de modelo urbano pos-Covid-19 debería abordar también la digitalización. Las llamadas smart cities” podrían luchar contra la pandemia a través de herramientas como el internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) o el Big Data, que en ciudades como Singapur o Seúl han empleado satisfactoriamente en la lucha contra el virus. Pero es fundamental que no genere dudas sobre la seguridad y la privacidad de los datos de las personas.

    Los expertos también prevén que la automatización llegará a los espacios públicos para reducir el contacto con superficies como por ejemplo con puertas automáticas, ascensores que funcionan con comandos de voz o sensores que controlan la temperatura a distancia, entre otros.

    Un concepto que ha tomado impulso en las últimas semanas es  “La Ville Du Quart d’Heure” (la ciudad del cuarto de hora), propuesto por Anne Hidalgo, actual alcaldesa de París; cuyo objetivo es apostar por una ordenación urbanística que permita a los ciudadanos realizar sus actividades cotidianas, como ir al trabajo o llevar a los niños al colegio, haciendo desplazamientos que no superen los quince minutos. 

    Este concepto de “ciudad de los 15 minutos” reduciría los desplazamientos habituales limitando la posibilidad de contagio. Además, obligaría a las ciudades a cambiar su morfología, aumentando el tamaño de las aceras para habilitar un espacio suficiente para caminar manteniendo la distancia de seguridad. Por lo que se tendría que mejorar los servicios de transporte público como el metro o el autobús y fomentar la movilidad activa a pie o en bicicleta. Tendencia que ya se puede observar en ciudades de todo el mundo.

    Algunas ciudades de Estados Unidos como Oakland o Nueva York están abriendo sus calles para facilitar el “walkability”, y Milán ha anunciado un plan “Strade Aperte” o plan de “calles abiertas” para favorecer la movilidad de los peatones y ciclistas en detrimento de los coches privados. En España encontramos ejemplos como los de Barcelona o Valencia, que están optando por ampliar las aceras y carriles bici para minimizar el contacto.

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