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    Los impactos de la pandemia en la movilidad urbana, diferenciados por género y edad

    Aunado a los retos generalizados, los efectos de la pandemia se han diferenciado por género. Y esto es, en parte, porque las mujeres tienen distintas formas de moverse por la ciudad. Su doble rol social, tanto productivo como reproductivo, le da a este grupo poblacional más motivos para moverse, generando patrones de movilidad más complejos y segmentados.

    Estas diferencias tienen como trasfondo la ciudad diseñada bajo un modelo de movilidad funcionalista origen-destino, es decir, aquel que identifica al espacio público como espacio exclusivamente viario o de desplazamiento, lo que puede incrementar la desigualdad de acceso a los bienes y servicios urbanos (Guasch, 1998). Aunque las diferencias en los patrones de lo que se ha llamado la movilidad del cuidado se conocen, estos datos no son todavía tenidos en cuenta en la organización de los sistemas de transporte y en su gestión (Sánchez de Madariaga, 2020).

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    Además de las diferencias por género, durante la pandemia también se ha marginalizado a otros grupos por motivos de edad. En primer lugar a los adultos mayores, pues son grupos vulnerables y con mayores tasas de mortalidad a consecuencia del virus.

    En segundo lugar, a la población infantil, que a pesar de tener una menor incidencia de mortalidad, se ha visto afectada al interrumpir sus actividades cotidianas, como ir a la escuela o salir a jugar a la calle. Estas actividades son fundamentales al inicio del ciclo vital, cuando se sientan las bases para el desarrollo físico, social, cognitivo y emocional de las personas.

    Durante la pandemia, los niños han sido en gran medida las víctimas silenciosas, a pesar de que las tasas de complicaciones graves ocasionadas por el virus son menores para este grupo poblacional (Bhopal et al., 2021). De acuerdo con la UNICEF, durante este periodo, las y los niños han disminuido sus posibilidades de socialización, pasan hambre, sufren ansiedad y han reducido sus oportunidades de recibir educación y salud integral (UNICEF, 2021).

    En gran medida, estas condiciones se acentúan debido a la configuración de barrios y comunidades, desprovistos de servicios básicos de cercanía que incluyan centros de salud, espacios públicos de calidad, oferta de comida saludable y lugares de aprendizaje.

    Ampliar el concepto de movilidad más allá del desplazamiento y la revalorización del espacio público

    A pesar de que la movilidad es un tema recurrente en los debates sobre desarrollo urbano sustentable, este concepto se reduce generalmente a una comprensión de la capacidad de desplazamiento de las personas y bienes por la ciudad. Más allá de esta idea, están los conceptos de accesibilidad y proximidad, que permiten un entendimiento más integral y profundo en relación con conectar los servicios y espacios vitales con las personas, y no solamente describir los desplazamientos.

    Previo a la pandemia, los organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos ya insistían en el derecho de las personas a ciudades conectadas y seguras.

    A través del documento La Nueva Agenda Urbana, se invita a imaginar ciudades que promuevan una movilidad urbana sostenible, segura y accesible para todos, haciendo un uso eficiente y efectivo de los recursos (Naciones Unidas, 2017). El marco normativo internacional, federal, local es aspiracional, aunque actualmente está desarticulado de las realidades del mercado inmobiliario.

    No obstante, es posible abordar la movilidad sustentable bajo el entendimiento de su relación con ese espacio público que es derecho de todos, pero se requiere de la visión, voluntad y participación de todos los actores de la ciudad.

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    La crisis de salud actual brinda una oportunidad única de identificar soluciones estratégicas a la movilidad que permitan articular con otras situaciones problemáticas no menos apremiantes como el cambio climático o la inequidad social. La movilidad sustentable, sin duda una responsabilidad social compartida, tiene que hacer sentido también desde las lógicas sociales familiares y de las empresas que construyen la oferta de vivienda y transporte para incrementar sus posibilidades de éxito.

    Por: Dra. Karen Hinojosa, Directora nacional del programa Licenciatura en Urbanismo Mtra. Nélida Escobedo Ruiz, Coordinadora del C+LAB Región Norte Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño del Tecnológico de Monterrey.

    Este es un artículo de la edición 127 https://inmobiliare.com/inmobiliare-127/ 

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    *Nota del editor: Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Inmobiliare.

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