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    Nuevas formas de progreso: transporte público y seguro

    Por: Alejandro Legorreta, Presidente y Director General de Sabino Capital S.C.

    ––Cada uno es hijo de sus obras.

    Miguel de Cervantes

    Las grandes ciudades del mundo, las más reconocidas, funcionales y aplaudidas, son las que han conquistado el tema de la movilidad. Un transporte público seguro y eficiente es prioritario para que una urbe funcione bien. Con la llegada de la pandemia, los retos para lograrlo sólo se han intensificado; las congregaciones de personas no son seguras, sin embargo, la gente se tiene que mover y el comercio tiene que seguir.

    La ciudad de Mérida, que ya en otras ocasiones se ha mostrado como ejemplar, ha dado un paso importantísimo en el tema de salud y transporte. El pasado domingo 13 de septiembre se dio el banderazo a su nuevo plan de movilidad en el centro de la capital, que reestructura la función de las vialidades para tener espacios amplios y así evitar aglomeraciones.

    Alejandro Legorreta

    El plan tiene dos vertientes principales. La primera es modificar los paraderos de camiones para tener un lugar para ascender y otro para descender, además de un reacomodo de las rutas, de modo que los vehículos que van hacia el poniente salgan de la zona oeste del centro y los que van hacia el este, partan del extremo opuesto. Esto evitará las conglomeraciones que ya eran incluso famosas y que ponen en riesgo a cientos de trabajadores que tienen que usar dicho servicio en horas pico. Habrá también un circuito periférico al centro que será exclusivo para transporte masivo.

    La segunda parte del plan es darle prioridad a los peatones y ciclistas, al multiplicar el número de calles exclusivamente peatonales y expandir las banquetas. Como resultado, muchas de las calles del centro de Mérida ahora tendrán un solo carril para autos, delimitado con árboles en macetas. Y en estas calles, tendrán preferencia ciclistas.

    Hace unas cuantas columnas escribí sobre la importancia de volvernos pueblos bicicleteros, un adjetivo peyorativo a la luz de una idea falsa del progreso. Ciudades como París, Ámsterdam y Copenhague deben mucho de su éxito a la inversión de los gobiernos en el transporte, principalmente, la bicicleta. El World Economic Forum llamó a la capital francesa líder en urbanismo progresista, en gran parte, por sus esfuerzos hacia la implementación de una movilidad sustentable.

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    Poderse mover de forma ágil, segura y ordenada es, además, algo que podría beneficiar al turismo y al comercio. Si los visitantes pueden caminar en el centro sin sentirse amenazados por la cercanía de los otros, si pueden tomar un camión de manera organizada, en un sistema comprensible o pueden recorrer la ciudad en bicicleta sin peligro, su paseo se vuelve mucho más placentero. La forma en que nos movemos incide directamente en nuestro bienestar.

    Tener una movilidad urbana efectiva hace a las ciudades equitativas y justas. Significa dar más posibilidades, hacerle las cosas más fáciles a todos y no sólo a los privilegiados que, por ejemplo, pueden comprar y mantener un coche. Y a la larga, significa darle a la gente la oportunidad de vivir en una ciudad limpia, sana y sin horas de embotellamientos.

    El esfuerzo, aunque apenas está empezando y falta comprobarse que sea realmente fructífero, es sin duda digno de aplaudirse. Pocas autoridades del país han dado real importancia al tema de la movilidad como una de las soluciones al freno económico de la pandemia y, además, como una nueva forma de percibir las urbes, con menos autos particulares, ordenando el transporte público y dándole mayor prioridad a los peatones y bicicletas.

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