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    Sinfonías cromáticas de Hermine Demiro

    Entre colores templados y líneas en un juego de tensiones contínuas, aparecen los ecos poéticos de esta pintora que nos ofrenda la parte más vital y creativa de su ser interior. En su obra, la tristeza no cabe, porque expone su canto a la vida y firmeza como artista plástica. Es cuerpo sensual su trazo firme, que se reserva y se entrega envuelta en el misterio.
    Las equilibradas composiciones cromáticas y lineales no requieren de discursos ni anécdotas literarias. Imponen su propia voz cambiante según las atmósferas. La materia se muestra desnuda, y junto a ella, la independencia de una mano sabia que ha guardado en su memoria los pasos, las horas y los días vividos. Su mano joven, pero madura, acaricia las texturas y saborea las pinceladas con el placer libre de prejuicios, con aroma de un maravilloso brandy armenio.
    De percusiones a corazón abierto, susurros que penetran sin alevosía y conciertos múltiples, su obra se anima cautivando al espectador que la puede tocar con sus ojos.
    Oda a las armonías sin rebuscamientos, donde lo grande enaltece a lo pequeño; así es su producción. No existen grietas o heridas expuestas, sólo escenas que el inconsciente le dicta; y, ¿no es éste mismo, quien nos devela los secretos más profundos? Imperiosa necesidad que obliga a la artista a fabricar, para encontrarse y después comunicar con plenitud, lo que la habita y la conforma.
    Hermine Demiro nació en la cuna de nuestra civilización, abrevando de una de las culturas más antiguas y fascinantes. Porta en su sangre la magia, la relación con la naturaleza, pero también el recuerdo de los objetos en los que el hombre ha exaltando la belleza; de ahí la alianza  con el lienzo que se crece y expande victorioso. Una búsqueda contínua de armonía y soluciones espaciales, donde el silencio y las resonancias agitan al espectador, como una constante de su obra.
    Se acerca y se retira, como el ave que necesita distancia, aún sabiendo volar en compañía; misión de quien sabe ver.
    No puedo dejar de evocar algunos ecos en mi memoria como el de la pintora portuguesa: blankVieira da Silva, quien nos mostraba el mundo desde el vuelo de un albatros; el ruso Nicolás de Stael, y por qué no, algunos pintores mexicanos como Pedro Coronel y Lilia Carrillo; todos maravillosos. Ni ingenuidad, ni malicia en esta muestra, sólo dominio de perspicacia, intuición y análisis; dominio de la técnica y la decisión de seguir su vocación desde la pasión innegable de un corazón dispuesto. En plenitud de vida, presiento que Hermine, escribirá su nombre con brillantez dentro de las primeras planas de la pintura femenina. Yo, como compañera de travesía, gozo y brindo junto a ella en vuelo de colores.
     
    Por Tony Guerra  erminiademir@yahoo.com fb- Demiro Art
    Fotografías: Marina   Yeritsyan

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