¿Por qué las fintech apuestan por la simplicidad? El nuevo motor de la inclusión financiera en México

La simplicidad dejó de ser una moda de interfaz para convertirse en la estrategia central de las fintech. Plataformas como AurumCore prueban que diseñar productos financieros claros, modulares y escalables es hoy la vía más efectiva para acelerar la bancarización y construir servicios financieros que de verdad se integren a la vida diaria.

Durante décadas, el sistema financiero se habló a sí mismo: contratos indescifrables, productos opacos, procesos lentos y una lógica pensada para proteger al banco, no para empoderar al usuario. En ese contexto llegaron las fintech y eligieron una estrategia radical en apariencia sencilla: apostar por la simplicidad.

No es estética, es negocio. La simplicidad es hoy la forma más eficiente de ampliar acceso, reducir fricciones y escalar productos financieros que funcionen para millones de usuarios que nunca se habían sentido parte del sistema. En México, donde la ENIF 2024 señala que cerca de ocho de cada diez personas ya cuentan con al menos un producto financiero formal —el nivel más alto desde 2015—, el reto ya no es solo abrir la puerta, sino lograr que la gente use y entienda las herramientas que tiene disponibles. 

En este punto entran en juego actores como AurumCore, plataforma de habilitación de servicios financieros que está llevando la lógica de la simplicidad al fondo de la infraestructura tecnológica, no solo a la capa visible de apps y UX.

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La simplicidad como estrategia, no como maquillaje

En el ecosistema fintech, la apuesta por la simplicidad parte de una premisa incómoda para la banca tradicional: el usuario no quiere entender cómo funciona el sistema, quiere que el sistema funcione para él.

Por eso, las fintech más serias han ido mucho más allá del diseño bonito. Han convertido la simplicidad en una filosofía de producto:

  • menos pasos para abrir una cuenta,
  • menos documentos físicos,
  • menos fricción para enviar dinero o pedir un crédito,
  • menos ruido en pantallas y más claridad en lo que importa: saldos, fechas, montos, riesgos.

El siguiente nivel está en la educación financiera embebida. No a través de PDFs o cursos, sino dentro de la experiencia: recordatorios inteligentes, paneles que explican en sencillo, dinámicas que premian el ahorro o la puntualidad en pagos, retos que convierten la disciplina financiera en hábito.

Ese enfoque es particularmente potente para generaciones jóvenes que aprenden mejor con interacción, juego y feedback inmediato, no con folletos de sucursal.

Infraestructura simple para resolver problemas complejos

Para quienes construyen productos en este sector, la simplicidad hacia el usuario implica complejidad bien resuelta atrás. Ahí es donde plataformas como AurumCore se vuelven catalizadores.

En lugar de obligar a que cada fintech o empresa tenga que reinventar el sistema desde cero, AurumCore ofrece una arquitectura modular que permite:

  • lanzar cuentas de ahorro,
  • programar pagos,
  • crear programas de lealtad,
  • habilitar microcréditos,

todo sobre una misma base tecnológica, diseñada para ser ágil, segura y escalable

La lógica es simple y poderosa: construir por etapas. Un emprendimiento puede arrancar con un caso de uso acotado, validar mercado y, conforme crece, activar nuevos módulos sin romper lo ya hecho. Eso reduce el costo de experimentar, acelera el time-to-market y permite que modelos con reglas distintas —desde wallets de nicho hasta soluciones embebidas en retail, proptech o insurtech— puedan operar bajo un mismo “core”.

De “digitalizar lo viejo” a diseñar lo que sí funciona hoy

Ernesto García, CEO de AurumCore, lo sintetiza con precisión: la oportunidad no está en digitalizar lo viejo, sino en crear desde cero productos simples, modulares y diseñados para escalar

Traducido a lógica de negocio:

  • no tiene sentido replicar en una app los mismos formularios y pasos de una sucursal;
  • sí tiene sentido repensar los procesos completos —onboarding, KYC, scoring, cobranza— para que sean claros para el usuario y eficientes para la operación.

Ese enfoque obliga a alinear tres capas:

  1. Diseño de experiencia,
  2. motor tecnológico,
  3. modelo de riesgo y negocio.

Si alguna de las tres se queda en “modo tradicional”, la promesa fintech se rompe.

Inclusión financiera: la simplicidad como acto político

La parte más interesante de esta historia no está en el diseño, sino en el impacto.

Cuando alguien puede abrir una cuenta sin papeles, enviar dinero sin pisar una sucursal o acceder a un crédito sin historial previo, lo que se está simplificando no es el onboarding, es la relación de esa persona con el sistema financiero.

Desde esa óptica, simplificar deja de ser ventaja competitiva para convertirse en un acto de inclusión.

En un país donde todavía existe una brecha importante entre quienes tienen productos formales y quienes de verdad los usan y entienden, las fintech que apuestan por la simplicidad están literalmente ampliando el perímetro de quién cuenta para el sistema.

Para inversionistas, bancos y empresas no financieras que quieren ofrecer servicios financieros embebidos, el mensaje es claro:

  • la próxima ola de bancarización masiva no se va a ganar con más sucursales,
  • se va a ganar con productos que se integren sin fricción a la vida diaria del usuario: en su teléfono, en el comercio que ya frecuenta, en la plataforma donde ya compra, trabaja o se mueve.

Ahí es donde un “core” preparado para operar en segundo plano —como AurumCore— marca diferencia: permite que la innovación se centre en la experiencia, mientras la infraestructura se encarga de la seguridad, cumplimiento y escalabilidad.

Fintech, bancos y empresas: mismos retos, herramientas comunes

Una de las conclusiones más relevantes del enfoque modular es que no solo las fintech se benefician. Bancos, retailers, telcos, proptech e incluso compañías industriales que quieren lanzar soluciones financieras para sus cadenas de valor enfrentan el mismo dilema:

¿construir todo desde cero y asumir la complejidad regulatoria y tecnológica, o apoyarse en plataformas que ya resolvieron esa base?

En esa disyuntiva, las plataformas de habilitación se vuelven clave para:

  • reducir CAPEX tecnológico inicial,
  • probar verticales nuevas con riesgo acotado,
  • acelerar pilotos y escalar solo lo que demuestra tracción,
  • cumplir regulación sin perder velocidad.

Para un país que está empujando la inclusión financiera como política pública, que ocho de cada diez mexicanos ya tengan al menos un producto formal es un dato relevante. Pero el verdadero salto viene cuando esos productos son claros, utilizables y confiables para quien está del otro lado de la pantalla. 

Y eso pasa, necesariamente, por diseñar desde la simplicidad.

En síntesis, las fintech que entiendan que la simplicidad no es “rebajar” el sistema, sino poner su poder al alcance de más personas, serán las que definan la próxima década. Plataformas como AurumCore muestran que la innovación financiera más efectiva no siempre es la más compleja: es la que la gente entiende, adopta y convierte en parte de su vida diaria.

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