La bioarquitectura consiste en desarrollar espacios de vivienda o trabajo que convivan con el medio ambiente para mejorar la salud física y mental de las personas.

Para esto, es necesario usar materiales sostenibles con el ambiente, según la arquitecta Myrna Susana Beltrán.

Ella es una medioambientalista que después de trabajar con científicos y neurólogos concluyó que los ambientes naturales modifican las emociones.

Por ello ligó la tendencia de la neuroarquitectura con la sostenibilidad y el medio ambiente.

Para el ser humano no hay nada mejor que la luz natural, busqué crear ambientes donde pueda abrir ventanas y que haya flujo de aire a través de pasillos. Pensé en las ventanas, orientaciones de la sala para hacer ambientes confortables”, aseguró Beltrán.

Las investigaciones de Myrna Susana Beltran comienzan después de que diagnosticaron a su hija con epilepsia.

Así comenzó a investigar, y construyó su nuevo hogar llamado Casa Pueblo Dorado para propiciar la pronta recuperación de su familiar.

Para ello, utilizó madera de pino de replantación, se enfocó en la orientación de luz natural y creó sistemas de aislamiento térmico para reducir el uso de energía.

“La percepción dimensional de la casa es luminosa hace que estés dentro de la casa y sientas que estás también afuera. Parece que estás caminando descalzo en el campo y esto beneficia tus sentidos y salud.

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Los cinco componentes de la bioarquitectura

  1. El primero es una correcta iluminación natural, pues, el ambiente es más reconfortante que el de las luces blancas naturales que perturban la actividad cerebral y el sueño. Además, el contacto moderado con la luz solar es necesario para mantener un cuerpo sano.
  2. La segunda es un contacto inmediato de la vivienda u oficina con una zona verde, esto elimina el estrés de sentirse encerrado. Por otro lado, se ha comprobado con la bioarquitectura que la naturaleza ayuda a la concentración y creatividad.
  3. Los techos tienen un impacto importante en las personas, puesto que un tejado bajo aumenta la sensación de encierro. Mientras que, los techos altos crean una espacialidad que favorece las tareas creativas.
  4. Los colores tienen un impacto directo en el estado de ánimo, por lo tanto, deben usarse de forma eficiente. La psicología del color indica que los tonos que aluden a la naturaleza, como los claros del verde, azul y amarillo, reducen el estrés.
  5. Por último, las formas y diseños arquitectónicos también deben considerarse para crear espacios saludables. Mientras que se ha demostrado que los espacios cuadrados agobian a las personas, los rectangulares y alargados benefician la salud física y mental.