La pandemia por Covid-19 ha devuelto a la persona al centro del proyecto y de la vivienda. Por esto, pensar en nuevos modelos es fundamental para cualquier proyecto de regeneración urbana y de políticas públicas.

Tener lugares para habitar y no solo espacios para vivir es una necesidad. Diseñar y construir espacios y servicios compartidos o co-gestionados es una de las respuestas a la demanda actual de vivienda. Estas características son propias del co-housing: un fenómeno relativamente reciente que quiere redescubrir una forma de vida ancestral, basada en la generación de un entorno social saludable. En la sociedad post-covid, el co-housing demuestra ser una solución válida para las necesidades contemporáneas.

Preguntas y reflexiones “post-covid”

Sin duda, la pandemia ha generado muchos cambios en el día a día de todos, llegando a cuestionar hábitos, ideas y creencias que llevan mucho tiempo arraigadas en la sociedad. Primero el encierro y después el trabajo inteligente, nos confinaron en casa y en su alrededor, reavivando en todos el “espíritu de arquitectos” que en las últimas décadas había estado adormecido por una arquitectura “pre-empaquetada“, empeñada en ofrecer espacios en los que vivir, más que lugares en los que habitar.

Durante el aislamiento social que ha encerrado a casi todo el mundo, la disposición innata del ser humano para organizar el espacio, antiguo legado de la evolución, se ha reactivado por la necesidad de encontrar nuevas soluciones espaciales y reacomodar los lugares de la casa.

Tener que reorganizar las habitaciones, convertirlas en un salón de clases, en una oficina o en un gimnasio ha obligado a repensar profundamente en las cualidades que debe poseer un hogar. En estos últimos meses se ha cuestionado mucho la calidad de los espacios domésticos, las características que se esperan de una vivienda y las expectativas que debe satisfacer un bien como la anteriormente mencionada.

Sin embargo, esta reflexión, no se limitó solo a los espacios internos, sino que se trasladó al exterior de las casas, encontrando un valor (quizás inesperado y olvidado) en los espacios comunes de los edificios y en los compartidos con los vecinos, en los que, al menos se podía encontrar un momento de escape de la vida doméstica diaria. Y la reflexión, en todo el mundo, no se detuvo en estos espacios compartidos, sino que fue más allá, buscando las cualidades espaciales y la oferta de servicios en el barrio.

Los servicios de barrio, las áreas verdes y los espacios públicos han gozado de una renovada atención, tanto que se ha reavivado el debate sobre las “ciudades de 15 minutos”. Todas estas valoraciones nos obligan a desarrollar preguntas y reflexiones post-covid sobre cómo cambiará la demanda de vivienda y sobre qué modelo de vida podría marcar el cambio en los próximos años.

El mundo de la construcción está llamado a asumir un papel principal en la respuesta al mercado y en la reconfiguración de su modelo de desarrollo. La piedra angular del cambio es la cuestión de sostenibilidad y no solo como componente ambiental por el cambio climático, sino también como factor social y económico.

Por un lado, las empresas constructoras salen de una crisis estructural que duró más de una década que los dejó descapitalizados, privados de habilidades técnicas y en Italia también de trabajadores; en promedio se hacen cada vez más pequeños, en un mercado que acentúa la brecha competitiva entre las pequeñas y las grandes empresas.

Por otro, está claro para todos que solo compartiendo valor se puede consolidar y desarrollar la cadena de suministro: desde la promoción al diseño, la construcción a los suministros, desde las ventas a la gestión; es evidente que en el futuro necesitaremos colaborar y buscar un nuevo modelo de crecimiento. En este escenario toma relevancia el diseño urbano-arquitectónico, que debe atender las urgentes preocupaciones que están suscitando las crisis de salud y climática, llegando a ofrecer propuestas, estrategias y metodologías innovadoras que se basen en objetivos y principios renovados.

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Coordinación hacia nuevos modelos de vivienda

Sin duda, los esfuerzos de empresas, diseñadores, asociaciones y políticos deben coordinarse en armonía para que se puedan ofrecer respuestas válidas a estas nuevas necesidades que eran ya tendencias y que la pandemia ha acelerado. En Italia, por ejemplo, las decisiones políticas de los últimos años han dirigido la atención del sector de la construcción hacia la eficiencia energética y las inter venciones antisísmicas del patrimonio construido.

La posibilidad de vender los créditos fiscales, de particulares a empresas y luego al sistema financiero, ante las intervenciones de reurbanización, ha reiniciado la construcción y el PIB italiano, pero también ha obtenido un impacto impor tante en la reducción del consumo y las emisiones de CO2. El “bono del 110%”, que permite descontar de impuestos el 110% del costo de la intervención, extendido a viviendas unifamiliares y condominios (pero también al inmenso y degradado patrimonio público de las “viviendas sociales” construidas después de la guerra), brindó la oportunidad de abordar uno de los problemas más críticos relacionados con el mantenimiento y renovación del patrimonio construido.

Por supuesto, el sector también está gestionando las criticidades globales ligadas al alarmante aumento de los precios de los materiales que en Italia también se asocian a la falta de disponibilidad de materias primas y andamios, para acabar con mano de obra: se estima que en la construcción faltan alrededor de 250 mil trabajadores, incluidos técnicos e ingenieros. Además de los incentivos fiscales, el sector de la construcción italiano está disfrutando de un gran impulso gracias al PNRR, el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia, que forma parte de los planes europeos post-covid del Recovery and Resilience Fund, React EU and FSC, cuyas inversiones en construcción representan casi el 40% del total de 191,500 millones de euros.

El PNRR aún no ha puesto a tierra los recursos disponibles pero está en marcha una aceleración de todos los procesos y dentro del año se destinará el 70% de los aproximadamente 40,000 millones de euros disponibles para las administraciones públicas locales. Hay una gran expectativa y habrá oportunidades indiscutibles si Italia es capaz de jugar con eficacia la carta de la simplificación, revirtiendo las dificultades administrativas burocráticas crónicas entre la asignación de recursos y la apertura de la obra.

Asimismo, asigna la mayor parte de los recursos a la transición ecológica y la digitalización: dentro de este objetivo estratégico del país, los hogares y la vida tienen un lugar central en la construcción de un futuro sostenible para las próximas generaciones. Saldremos de la pandemia con nuevas necesidades que estarán vinculadas, en primer lugar, a una nueva forma de vivir el entorno del hogar y las relaciones condominio y vecindario, pero también de trabajar y socializar en contextos reconstruidos en dimensiones agregadas de coworking.

Ya no puede demorarse más una acción coordinada que trabaje sobre la importancia del habitante y sobre el significado de la relación entre la persona, el hogar y el contexto socioambiental. En los últimos meses, el hogar ha asumido un nuevo papel como servicio y la dimensión comunitaria, generada en torno al hogar y los espacios compartidos, ha demostrado tener una importancia que la arquitectura de las últimas décadas había olvidado.

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Es por esto que los sectores del diseño y de la construcción, así como la política, deben considerar algunas reflexiones importantes. En particular, se pueden prever algunas condiciones posibles para el futuro:

1- La vivienda será cada vez más un servicio, un bien que no se debe poseer sino que se utilizará buscando la maximización del bienestar en términos de sostenibilidad.

2- El aspecto social será central en la búsqueda de lugares para compartir, tanto para los grupos de mayor edad, como para los jóvenes y las familias.

3- La necesidad de servicios comunitarios que garanticen la reproducción de la lógica de la proximidad determinará el verdadero cambio de paradigma de la vivienda contemporánea.

4- Cambiarán las definiciones de los servicios a compartir: hoy hay demanda de áreas verdes, de espacios organizados y protegidos en los que dejar jugar a los niños; existe la necesidad de hogares que puedan adaptarse a las horas de smart-working, en casa o en áreas comunes dedicadas.

5- Seguirá existiendo la necesidad de servicios co-gestionados y espacios co-utilizables, pero ciertamente se ha entendido que la combinación de edad y género conduce a sistemas más eficientes: ancianos y jóvenes, trabajadores y jubilados, parejas e individuos, etc.

Con estas importantes transformaciones de la demanda, no basta con pensar en las transformaciones de viviendas: para cada política de regeneración urbana y para cada proyecto de promoción inmobiliaria es cada vez más imprescindible repensar en profundidad los modelos de vida.

Un modelo que tiene características que pueden dar respuestas adecuadas a las nuevas necesidades es el del co-housing: una solución habitacional que durante décadas ha permitido redescubrir una forma de vida centrada en las relaciones sociales y en el espíritu de comunidad, generando las circunstancias que hoy responden a estos nuevos requerimientos de vivienda.

Por: Emanuele Giorgi, profesor investigador de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño del Tecnológico de Monterrey Gloria Domenighini, directora de la Asociación de Constructores de Milán (ANCE Milan).

Este es un fragmento del artículo “La persona al centro del proyecto: la importante lección de la pandemia” de la edición 129 https://inmobiliare.com/inmobiliare-129/.

Para obtener más información, visite: www.tec.mx

Nota del editor: Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Inmobiliare.

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