Odell Beckham Jr., una de las figuras más mediáticas de la NFL, desató controversia al decir en el podcast “The Pivot” que un contrato de 100 millones de dólares no alcanza para que un atleta viva sin preocupaciones económicas el resto de su vida.
Su argumento: entre impuestos, honorarios de agentes, comisiones y estilo de vida, el monto real disponible se reduce de forma dramática.
¿Dónde se va realmente el dinero?
Beckham puso el dedo en una llaga incómoda: muchos fans ven los números brutos del contrato, pero no la foto completa:

- Impuestos federales y estatales.
- Comisiones de agente, managers, asesores.
- Casas, autos, viajes, entorno social y familiar que depende de ese ingreso.
Shannon Sharpe, otra leyenda de la NFL, respondió con una visión distinta: si 60 millones de dólares no te alcanzan de por vida, el problema no es el tamaño del cheque, sino cómo se administra. Cuestionó la necesidad de múltiples casas, colecciones de autos y otros símbolos de estatus que queman capital sin generar flujo.
El choque entre Beckham y Sharpe resume el dilema: ¿es insuficiente el dinero, o es insostenible el estilo de vida?
La realidad financiera detrás del brillo
Más allá del debate, los datos son contundentes. De acuerdo con Anthem Strategists:
- Casi el 80% de los jugadores de la NFL enfrenta problemas financieros poco después de retirarse.
- Alrededor del 60% de los jugadores de la NBA vive una situación similar.
Los casos son conocidos:
- Allen Iverson, con cerca de 200 millones de dólares generados en su carrera, terminó en bancarrota antes de que entraran en juego trusts y acuerdos diferidos.
- Antoine Walker perdió aproximadamente 110 millones de dólares.
- Warren Sapp vio desvanecerse 58 millones en sólo cinco años.
El patrón se repite: ingresos enormes en un periodo corto, poca educación financiera, presión social y familiar, malas inversiones y una transición mal planificada al retiro.
Lección central: el pico de ingresos es breve
Las palabras de Beckham, por polémicas que suenen, apuntan a una realidad estructural: la ventana de máximo ingreso de un atleta es corta.
- Pocos años de contrato estrella.
- Riesgo permanente de lesión.
- Carrera que, en muchos casos, termina antes de los 35 años.
Eso obliga a ver cada dólar no sólo como ingreso, sino como capital a transformar en:
- Patrimonio diversificado.
- Activos productivos.
- Flujo futuro que no dependa del cuerpo ni de la fama.
Estrategias clave para que el dinero sí dure
La experiencia de estas estrellas deja varias lecciones que aplican tanto a atletas como a cualquier persona que viva un “pico de liquidez” (ventas de empresa, bonos excepcionales, herencias):
- Equipo profesional serio, no sólo “amigos” Rodearse de asesores financieros, fiscales y legales con credenciales reales, supervisados por procesos claros, no por confianza ciega.
- Gasto bajo control, incluso con ingresos altos Casas, autos y lujos deben responder a una estrategia patrimonial, no a la necesidad de impresionar. Un estilo de vida fijo demasiado caro es una trampa cuando el ingreso baja.
- Activos que generen flujo Invertir en bienes raíces, negocios o portafolios que produzcan ingresos recurrentes: rentas, dividendos, intereses. No sólo en activos de alto mantenimiento y poca liquidez.
- Plan de retiro desde el primer contrato grande Definir cuánto se necesita para vivir de forma cómoda de por vida y trabajar hacia esa cifra con disciplina, sin esperar al “último contrato”.
No es cuánto ganas, es cuánto mantienes
La frase final se impone: no importa cuánto se gane, importa cuánto se conserva y cómo se hace crecer.
El caso de Odell Beckham Jr., las críticas de Shannon Sharpe y los ejemplos de Iverson, Walker y Sapp son recordatorio de que los contratos millonarios no inmunizan contra la quiebra.
Con educación financiera, estructuras patrimoniales sólidas y disciplina, 60 o 100 millones pueden transformarse en riqueza intergeneracional. Sin eso, son sólo un número impresionante en un titular… y un recuerdo caro unos años después del retiro.