Durante su participación en el segundo panel, Predo Aspe, director comercial de Grupo Proyecta y Rodrigo Arrienta, representante de IGS, argumentaron que la ciudad presenta una falta de visión de largo plazo por parte de autoridades y miembros de la iniciativa privada. Por lo que “corre el riesgo de seguir el mal ejemplo del desarrollo en Ciudad de México (CDMX).

Instituciones como la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), por ejemplo, establecen los criterios de densidad en las zonas urbanas, así como los usos habitacionales con la finalidad de no llevar el desarrollo a lugares relativamente lejanos y concentrar el valor dentro de las ciudades.

“También es un tema de falta de presupuesto, la futura planeación implica inversión en urbanización e infraestructura considerable. Queda en los empresarios colaborar conjuntamente con las autoridades a mediano y largo plazo”, planteó Aspe.

Por su parte, Grupo Proyecta, compañía originaria de Puebla con alrededor de 20 años en la industria, cuenta con Soluna, un proyecto en desarrollo ubicado en la subcomisaría Temozón Norte. Se trata de una comunidad planeada de 69 hectáreas que integra áreas verdes, dos Casas Club, zonas comerciales y parques recreativos para generar un valor en la forma de vida de las personas.

Retos y oportunidades del desarrollo vertical y horizontal

Como se mencionó antes, la vivienda vertical es uno de los modelos con mayor crecimiento en la joya del sureste mexicano. Esta apuesta es una de las metas hacia la que apuntan diversas ciudades alrededor del mundo, desde el punto de vista infraestructural, de movilidad y servicios.

Aunque este escenario ideal tiene algunos obstáculos en el país. Uno de ellos es el económico, ya que el 80% de la sociedad mexicana no puede acceder a esta clase de desarrollos de alta gama, aseveró Rodrigo Arrieta.

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En este sentido, Aspe expuso que la solución para entregar valor a los segmentos bajos está en la economía de escala; es decir, generar comunidades verticales que apuesten por la infraestructura y equipamiento urbano para concentrar un número atractivo de vivienda de entre los 500 mil y el millón de pesos.

IGS, el administrador de fondos con enfoque industrial y de vivienda al que Arrieta representa, busca atender a este mercado con el desarrollo de unidades habitacionales con precios de 1.5 millones de pesos hacia abajo, que ofrezcan áreas comerciales, seguridad, paneles solares en áreas comunes, bicicletas internas y otras amenidades.

“La parte principal es el valor de la tierra, que en nuestros segmentos debe representar entre el 7 y el 11%; porque el margen que deja una unidad clase baja se lo puede comer el tiempo de desplazamiento”, dijo.

Otro de los obstáculos con el que los desarrolladores se han enfrentado es la resistencia de los compradores al cambio de vivienda horizontal por la vertical, quienes creen que tener un terreno amplio es mejor sin considerar otros factores como el costo y trabajo de mantenimiento, una mejor ubicación, seguridad, entre otros.

“Uno de los retos es la educación del mercado. Los beneficios de una unidad vertical son enormes, pero tomar la decisión cuesta. Hace falta maduración tanto de quien ofrece, como de quien compra. En ciudades como Mérida necesitamos esta sensibilidad”, afirmó Arrieta.

Por Samanta Escobar Ventura

Es un texto de la edición 131 https://inmobiliare.com/inmobiliare-131/