La desertificación y la sequía son factores que tienen una dimensión mundial y que, en la actualidad, afectan a un gran número de ciudades en el mundo.
Por ello, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 17 de junio como “Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía” desde 1994.
Ante este problema, la arquitectura eficiente puede ser un aliado estratégico para los países que buscan la construcción de infraestructuras resilientes y una gestión eficiente de recursos para enfrentar este desafío ambiental.
Un ejemplo de este tipo de proyectos es el Centro Infantil Econef, de Asante Architecture en Tanzania, el cual, plantea la reutilización del agua de lluvia.
Inspirado en el baobab africano, cuyo tronco almacena hasta 120 mil litros de agua, el inmueble recoge el agua del techo mediante un canalón central que la dirige a depósitos subterráneos, para ser reutilizada
Otro ejemplo es el megaproyecto de Stefano Boeri para un bosque vertical al Norte de África. Según la firma, este lograra fortalecer la gestión hídrica en respuesta al clima árido de la región y establecer un modelo para futuros edificios y desarrollos urbanos.
El plan del estudio busca incorporar dos mil 640 árboles y 27 mil 600 arbustos mantenidos por invernaderos y jardines hidropónicos.
Actividad humana, principal causa de la desertificación
De acuerdo con UNESCO, la desertificación es la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas.
“Este proceso no hace referencia al avance de los desiertos existentes. La desertificación se debe a la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas, que cubren un tercio de la superficie del planeta, la sobreexplotación y el uso inadecuado de la tierra”.
Este problema es causado fundamentalmente por la actividad humana (malas prácticas de riego, deforestación o sobrepastoreo) y las variaciones climáticas.
La vegetación (eje importante de los proyectos que buscan combatir el problema), ayuda a reducir las temperaturas de la superficie, mejora la calidad del aire y retiene la humedad, contribuyendo a un entorno urbano más sustentable y resiliente.
Parques lineales y fluviales, ríos renaturalizados, laderas restauradas, así como jardines de lluvia y techos verdes, son ejemplo de su incorporación en las ciudades.