Ninguna de las grandes ciudades en el mundo abandona su centro urbano jamás. Es en él donde se determina el pulso financiero, comercial, direccional y simbólico de la ciudad. Pensemos en las grandes metrópolis como New York, París, Tokio y Milán, entre otras. Es en su centro donde está marcado el pasado, presente y futuro de sus sociedades; el corazón de su total identidad.

Es en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en su inmenso valor histórico, político, económico y cultural, donde podemos encontrar el relato entero de nuestra nación. Con la antigua Tenochtitlán como entraña casi silenciosa de nuestra geografía, pasando por la ciudad novohispana que se convirtió en la capital del Virreinato y los vestigios de una civilización moderna, hoy el Centro Histórico continúa su camino como un espacio de grandes riquezas e innovación urbana.

Un lugar impregnado de belleza, prosperidad y carácter mexicano. Recordemos que a finales del siglo XVIII Alejandro de Humboldt escribió:

“Si yo tuviera que escoger otra ciudad para vivir, que no fuera Alemania, me quedaría en la Ciudad de México, no sólo por sus hermosos palacios, ni porque sus pobladores se han portado muy cálidos conmigo y me la he pasado tan bien, sino porque tiene una intensa vida científica y cultural de la que no teníamos noticia”.

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Por ello y por muchas razones más donde se entrelaza la estabilidad económica, política y social de la ciudad, la recuperación y rehabilitación del Centro Histórico ha adquirido notoria relevancia, además de prioridad, en las agendas gubernamentales de los últimos 30 años.

En 1990 se creó el Fideicomiso Centro Histórico de la Ciudad de México (FCH), el cual fue originalmente un organismo privado encargado de reunir fondos, promover campañas de cuidado del paisaje y desarrollar algunas intervenciones puntuales de rehabilitación.

Al paso de los años, el Gobierno del entonces Distrito Federal (1997) colocó la recuperación del Centro Histórico como un tema prioritario de la ciudad; sin embargo, el deterioro y la degradación social (violencia, inseguridad, etcétera) se formalizaron durante una prolongada crisis económica de 15 años.

No fue más que con el paso de los años y la creación de un Consejo Consultivo Ciudadano, la Fundación y la Autoridad del Centro Histórico, que se pudo entonces plantear y accionar diversas estrategias para que el centro recuperara su patrimonio y su sentido como ciudad viva y no como ciudad-museo.

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Hoy, el Plan Integral de Manejo del Centro Histórico de la Ciudad de México para el periodo 2017-2022 será el principal instrumento para dichos propósitos. Entre los que se debe consolidar:

  • Generar condiciones de habitabilidad y mejorar la calidad de vida de la población residente, visitante y que trabaja en el sitio para su conservación.
  • Identificar los factores que dentro del proceso de regeneración del Centro Histórico de la Ciudad de México han sido determinantes para su éxito y buen funcionamiento, aprovechando la sinergia de los diferentes actores sociales, económicos e institucionales.
  • Construir mecanismos novedosos que generen acuerdos y reconozcan responsabilidades entre las instituciones locales y federales, académicas, el sector privado y los vecinos, propietarios de establecimientos y visitantes.
  • Crear espacios de participación ciudadana para la conservación del patrimonio y el mantenimiento del orden urbano.

El Plan Integral de Manejo surge entonces como una respuesta para organizar proyectos de intervención en la totalidad del Centro Histórico. Estrategias, programas e iniciativas para sostener la calidad del espacio público, mejorar la habitabilidad de la zona, desarrollar nuevas formas de movilidad y accesibilidad, potenciar la participación ciudadana, orientar la economía y conservar el patrimonio desde una visión social y contemporánea.

Actualmente, en este segundo plan, se plantea obra pública en tres zonas y la participación de iniciativa privada para construcción de viviendas. Con la seguridad, la colaboración con vecinos y comerciantes, y un desarrollo urbano incluyente como ejes del programa, la Ciudad mira hacia la inversión privada, además del presupuesto que ha destinado el gobierno capitalino.

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Así, tomando en cuenta que hace una década el Centro de la Ciudad de México perdió totalmente su papel de espacio habitacional, hoy el Plan busca revertir esta situación y atraer a nuevos vecinos que contribuyan a darle nueva vida a esta zona. Asimismo, se perfila a devolver a los inmuebles su uso habitacional (tras convertirse en deterioradas bodegas), crear nuevos espacios de oficinas e impulsar nuevas y modernas viviendas.

Caso ejemplar, Barrio Letrán. Un proyecto inmobiliario de usos mixtos, incomparable en la capital del país y que reforzará la identidad del Centro Histórico en su pluralidad de protagonistas, voces, espacios y mercados. Pero, sobre todo, que se levantará como un decisivo paradigma para la historia de nuestra ciudad. Un edificio único en su tipo con espacios de vivienda, comercio y servicios, que sentará las bases para el mercado inmobiliario del futuro, no sólo al centro de la ciudad, sino para toda la megalópolis. Un espacio que por sus capacidades e innovaciones nos hará repensar la manera en que vivimos los capitalinos; especialmente en el cuadro principal de la urbe.

Barrio Letrán, además de extensas oportunidades de inversión, definirá nuevamente el paisaje urbano, consolidará las dinámicas económicas, reformará los espacios públicos y abrirá puertas a la industria inmobiliaria contemporánea. En suma: se establecerá al Centro Histórico como un núcleo urbano vivo y próspero.

Por: Milytza Wong, Digital Marketing Specialist en Cushman & Wakefield

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*Nota del editor: Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Inmobiliare.