La Ciudad como Empresa
Los retos que presentan las ciudades contemporáneas parecieran más sacados de un libro de casos de estudio de una disciplina de negocios que de uno de urbanismo. Y es que, hablar de la ciudad sin hablar de inversiones resulta casi imposible en estos momentos. Como dice José Miguel Fernandez Güell, hay muchos puntos similares entre la planeación estratégica de una empresa y la de una ciudad.
Hablar de conceptos como ‘propiedad’, ‘alta dirección’, ‘productos’, ‘clientes’, y ‘competidores y colaboradores’ permite entender cómo se emprende, desarrolla, y gestiona un modelo de ciudad.
Lo que para la empresa son accionistas, para la ciudad son los ciudadanos, las empresas y las instituciones que deciden ‘invertir’ en la ciudad. Los clientes se convierten también en ciudadanos, y en los visitantes e inversionistas que ven valor en la propiedad de la ciudad. Los competidores, por supuesto, son las otras ciudades que comienzan a generar políticas públicas que son competitivas para los desarrolladores e inversionistas no solo inmobiliarios, sino también de otras industrias igual de importantes.
Si queremos incidir de manera positiva en el sistema funcional urbano, requerimos entender qué tipo de inversiones serán capaces de suplir la demanda de habitabilidad de la ciudad, entender las actividades productivas, los recursos, los sistemas, el apoyo público, así como la calidad de vida en ese lugar. Hay factores económicos, tecnológicos, sociales y administrativos que permitirán o no la viabilidad de la inversión, al igual que en una empresa.
Sabemos que la dinámica urbana va de la mano de las transformaciones sociales, los cambios económicos, las innovaciones tecnológicas y los cambios espaciales que son impactados por estas transformaciones. Para contrarrestar los elementos negativos de estas dinámicas naturales del proceso de hacer ciudad, se generan modelos económicos que permiten mantener el desarrollo de capital.
Existen modelos tradicionales e innovadores; el modelo tradicional se enfoca en mayor medida en las ventajas basadas en costos y retornos de inversión, mientras que los modelos más innovadores apuntan a la diferenciación con respecto a los competidores.
El modelo económico de una ciudad puede definirse en función de la estructura sectorial de la o las actividades económicas, la estructura del empleo, la especialización y diversificación económica, la complejidad y diversidad del tejido productivo, el tipo de modelo de desarrollo (endógeno o exógeno), la disponibilidad y cualificación de la mano de obra, la evolución pasada de la actividad económica, las principales infraestructuras productivas existentes en la ciudad y las oportunidades de desarrollo a futuro.
Ahora, también debemos tomar en cuenta la caracterización del modelo social de la ciudad. Esta puede definirse en función de su población, la evolución de esta población, la estructura sociodemográfica, los movimientos migratorios, el lugar aproximado en la base social de la pirámide de Maslow, el nivel de bienestar social, económico, la organización y cohesión del tejido social, y la valorización del capital social existente.
Cabe mencionar que las ciudades latinoamericanas suelen estar en los grados más básicos de estas características, teniendo un débil nivel de cohesión social y un nivel de satisfacción de necesidades básico, comparado con las ciudades del norte de Europa, Japón y Estados Unidos.
El Reto de las Ciudades
Ahora más que nunca tenemos la oportunidad de re-imaginar el futuro de las ciudades. Los hechos no mienten: de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, se prevé que para el 2030 habrá 43 megaciudades en el planeta con al menos 10 millones de habitantes en cada una. La volatilidad económica es la preocupación más grande para la gestión de las ciudades, seguida de la vulnerabilidad ante el cambio climático global.
Sabemos entonces que, para hacer una diferencia positiva, se requiere invertir en las necesidades de las personas en primer lugar. Sin embargo, los retos que esto representa son bastante complejos, comenzando con los efectos del cambio climático, seguido de la creciente ola de decremento en la salud física y mental de los ciudadanos en la era de la Covid-19 y Post-Covid; además de retos que ya teníamos contemplados como el problema de la movilidad, la conectividad y densidad, así como el incremento en el número de personas en situación de calle debido a múltiples factores económicos y sociales.
En términos del cambio climático, se sabe que los edificios en ciudades son responsables de casi el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global, y son los que consumen el 50% de los energéticos en el mundo.
Con una prospección de 230 mil millones de metros cuadrados adicionales en construcción para el año 2060, tenemos la responsabilidad urgente de liderar nuestra industria en el cumplimiento y la superación de los estándares de cero emisiones de carbono. Mientras tanto, las ciudades de todo el mundo ya están experimentando estrés climático. El aumento del agua de mar en las comunidades costeras presenta un desafío real e inminente. Las soluciones de diseño arquitectónico necesitan repensar nuestra relación con el agua mediante la incorporación de estrategias de defensa natural y diseños de construcción inteligentes que pueden crear ciudades resilientes.
Los efectos nocivos de las ciudades en nuestra salud física se conocen desde hace mucho tiempo. Más recientes son los hallazgos sobre la posibilidad de estar afectados por enfermedades mentales, específicamente como resultado de vivir en una ciudad. El riesgo de desarrollar depresión es un 20% mayor entre los habitantes de las ciudades que entre los que viven fuera de ellas o en el campo; y el riesgo de desarrollar enfermedades mentales más graves, como la psicosis, es un 77% mayor para los habitantes de la ciudad.
Podría haber muchas razones para ello, incluyendo una serie de factores sociales. Pero varios estudios también muestran que el entorno físico con altos niveles de ruido y contaminación del aire y, sobre todo, la ausencia de naturaleza y espacios verdes son factores que contribuyen.
La oportunidad de repensar los paisajes urbanos, las inversiones aplicadas en edificios de estacionamiento y otros bienes raíces dependientes de automóviles, debería devolver el espacio a las personas en forma de parklets, restaurantes al aire libre, paseos peatonales y espacios de reunión.
Para 2050, dos tercios de la población mundial vivirá en las ciudades, exacerbando las demandas de estos entornos, aumentando el número de pobres urbanos y causando que la falta de vivienda se dispare, todo ello amenazando la salud pública y el bienestar.
Los sectores relacionados a hacer ciudad juegan un papel esencial en ayudar a crear entornos saludables donde las personas puedan prosperar. Parte de la solución será abordar la falta de vivienda, primero movilizándose rápidamente para crear opciones temporales de vivienda de apoyo, y en segundo lugar, buscando soluciones innovadoras para desarrollar viviendas permanentes para las comunidades necesitadas. Es nuestro deber dar forma al futuro de las ciudades para todos.
Por: Dra. Viviana Barquero Díaz Barriga, Directora Regional del Departamento de Arquitectura en la Región Centro Sur Tecnológico de Monterrey viviana.barquero@tec.mx
Para obtener más información, visite: https://tec.mx/es
Este es un fragmento del artículo Emprender ciudad: la vivienda como activo para los ciudadanos accionistas de la edición 130 https://inmobiliare.com/inmobiliare-130/
*Nota del editor: Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Inmobiliare.