En México, la conversación sobre economía circular ya no es solo discurso. La expansión de PetStar, considerada la planta de reciclaje de PET grado alimenticio más grande del mundo, es la prueba física de que el reciclaje de PET puede operar a escala industrial cuando existe una cadena de valor articulada.
La ampliación permitirá que la planta pase de producir 50,000 a 86,000 toneladas anuales de resina reciclada grado alimenticio, a partir del acopio de botellas en todo el país. Es un incremento de capacidad superior al 70%, que confirma que México puede reciclar más… siempre que el material llegue bien separado.
De la separación en casa a la infraestructura industrial
Según datos de INEGI y SEMARNAT, cada persona en México genera alrededor de un kilogramo de residuos al día, de los cuales entre 12% y 14% son plásticos. No todos tienen el mismo potencial de recuperación. El PET, identificado con el número 1, es el plástico con la cadena de valor más consolidada en el país.

ECOCE, asociación civil sin fines de lucro creada por la industria de alimentos y bebidas, lleva más de dos décadas empujando tres frentes:
- educación ambiental en hogares y escuelas,
- esquemas de corresponsabilidad con gobiernos locales,
- y desarrollo de cadenas de acopio y reciclaje.
Ese trabajo silencioso es el que hoy se traduce en volumen, calidad y continuidad suficientes para que infraestructuras como PetStar crezcan y compitan a nivel global.
Lo que significa la expansión de PetStar en números
La nueva etapa de la planta se apalanca en una operación que ya tiene escala continental:
- 5,500 millones de botellas procesadas al año, equivalentes a llenar 4.5 veces el Estadio Azteca.
- Más de 86,300 millones de botellas acopiadas a lo largo de su historia.
- Producción acumulada de más de 820,000 toneladas de resina reciclada.
- Certificación Cero Huella de Carbono desde 2020 y reciclaje del 60% del agua utilizada en la operación.
La lógica es clara: cada tonelada de resina reciclada desplaza resina virgen, evita emisiones asociadas a la producción de plástico nuevo y reduce la presión sobre rellenos sanitarios y ecosistemas. Para marcas de bebidas y alimentos, esto no solo es un argumento de reputación, sino una respuesta tangible a regulaciones presentes y futuras.
Economía circular real, no de slogan
ECOCE subraya un punto clave: sin reciclaje no hay economía circular, al menos no para materiales como el PET que ya cuentan con cadenas consolidadas.
La economía circular no consiste en “eliminar plásticos” de forma indiscriminada, sino en:
- reducir y rediseñar envases,
- ampliar la vida útil mediante reúso,
- y cerrar el ciclo con reciclaje eficiente.
Sustituir materiales sin evaluar impactos completos puede trasladar el problema a otra parte de la cadena (más emisiones, más uso de agua, más peso logístico). El caso de PetStar muestra el camino opuesto: fortalecer un sistema donde el PET se mantiene en uso la mayor cantidad de veces posible mediante un modelo botella-a-botella.
Derribando mitos: cuando el reciclaje sí funciona
ECOCE identifica dos mitos frecuentes:
- “El reciclaje no sirve”
- “Si baja la tasa de acopio, el sistema falló”
En la práctica, el reciclaje muestra buenos resultados cuando el sistema completo funciona: separación en origen, recolección eficiente, infraestructura de acopio, plantas de reciclaje competitivas y demanda estable de resina reciclada.
Las tasas de acopio pueden fluctuar por razones económicas, regulatorias o de consumo. Una caída temporal no significa que el modelo esté roto, sino que hay eslabones que requieren ajuste: municipios sin capacidad de recolección diferenciada, mercados secundarios débiles o falta de señales claras de demanda por parte de la industria usuaria.
Qué implica esto para ciudades, industria y capital
La expansión de PetStar es algo más que una buena noticia ambiental. Tiene implicaciones directas para:
- Gobiernos locales Les obliga a tomarse en serio la separación en origen y la recolección diferenciada. Sin flujo constante de material, la infraestructura instalada se subutiliza y se pierde valor económico y ambiental.
- Industria de alimentos y bebidas Confirma que hay capacidad para incrementar el contenido de resina reciclada en envases sin depender de importaciones. Esto impacta metas de REP (Responsabilidad Extendida del Productor) y objetivos ESG.
- Inversionistas e infraestructura El caso PetStar muestra que los activos de reciclaje avanzada pueden consolidarse como infraestructura crítica en la transición hacia ciudades más sostenibles. Donde hay volumen estable y contratos de largo plazo, hay espacio para vehículos de inversión especializados.
- Desarrolladores y gestores de activos urbanos Centros comerciales, parques industriales, vivienda en renta y campus corporativos que integren sistemas sólidos de separación y recolección pueden convertirse en nodos de acopio de alto valor, alineados con clientes ancla que exigen métricas ESG verificables.
El reto: alinear a todos los eslabones
Jorge Terrazas, director general de ECOCE, lo resume en una idea: la economía circular solo avanza cuando todos los actores se mueven al mismo ritmo. Ciudadanía, gobiernos, industria, recicladores y reguladores deben operar sobre una misma base de evidencia y objetivos compatibles.
México ya tiene:
- plantas de reciclaje de clase mundial,
- experiencia acumulada en acopio,
- y una organización que funciona como articulador técnico entre sector privado y autoridades.
Lo que falta es escalar la coordinación para que cada envase separado en casa encuentre un sistema capaz de reincorporarlo al ciclo productivo. Esa es la línea fina entre una narrativa de economía circular y una economía circular que se puede medir en toneladas, empleos e inversiones.
Con la expansión de PetStar, ECOCE abre un nuevo capítulo: demostrar que cuando la educación ambiental se mantiene durante años y se conecta con infraestructura industrial, las botellas dejan de ser residuos… y se convierten en activo productivo.