Myriad asegura el control de un distrito histórico de uranio
La canadiense Myriad Uranium Corp. anunció que ha ganado oficialmente un 75% de participación en el proyecto de uranio Copper Mountain, en Wyoming, Estados Unidos, tras completar más de US$5.5 millones en gastos elegibles bajo su acuerdo de opción con Rush Rare Metals Corp..
El 25% restante permanece en manos de Rush Rare Metals, con regalías NSR subyacentes sobre la producción futura. Con este hito, Myriad se convierte en el operador y tomador de decisiones en un activo que ya concentra décadas de inversión previa y un volumen inusual de información geológica para estándares de exploración.
De acuerdo con el CEO Thomas Lamb, la fase inicial de barrenación y estudios “ha superado expectativas” y refuerza la tesis de que Copper Mountain puede escalar al grupo de los proyectos de uranio más grandes de Estados Unidos.


Un proyecto con C$117 millones de “trabajo heredado”
Copper Mountain no es un greenfield. En los años setenta, Union Pacific perforó aproximadamente 2,000 barrenos, identificó al menos siete depósitos y estructuró un plan de seis tajos a cielo abierto para abastecer una flota proyectada de reactores de California Edison, antes de que el desplome de precios tras Three Mile Island frenara el desarrollo.
Se estima que Union Pacific invirtió el equivalente a C$117 millones actuales en exploración, estimaciones de recursos y planificación minera. Esa inversión dejó un legado de datos que hoy reduce el riesgo técnico para nuevos inversionistas:
- ~2,000 barrenos con información histórica de leyes.
- Estimaciones históricas de recursos entre 15.7 y 30.1 millones de libras de eU₃O₈, con un potencial adicional sobre los 65 millones de libras en objetivos conocidos y especulativos en todo el distrito.
Estas cifras se consideran recursos históricos no actuales bajo NI 43-101 y deberán validarse con campañas modernas, pero dan una idea del tamaño del sistema mineralizado y explican el apetito de Myriad por tomar el control del activo.
Evidencia técnica: del estudio Bendix al nuevo modelo geofísico
En 2025, Myriad recuperó un estudio de 600 páginas de Bendix Field Engineering, elaborado para el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE) en 1982, que detalla una evaluación integral del potencial de uranio de Copper Mountain y respalda la visión de distrito de gran escala.
Sobre esta base histórica, la empresa completó recientemente un levantamiento radiométrico y magnético aéreo de gran escala en todo el proyecto, clave para refinar targets y conectar la información nueva con los datos heredados de Union Pacific.
Copper Mountain alberga varias minas históricas, incluida la mina Arrowhead, con producción reportada de aproximadamente 500,000 libras de U₃O₈ en las décadas de 1950 y 1960. Ese historial operativo, combinado con la nueva información geofísica, permite a Myriad avanzar hacia un modelo de distrito donde tanto depósitos nuevos como zonas ya conocidas se integran en un posible hub de producción futura.
Seguridad energética y uranio doméstico: lectura estratégica
El timing del earn-in no es trivial. El gobierno de Estados Unidos ha intensificado sus programas para asegurar suministro doméstico de uranio y reducir la dependencia de proveedores extranjeros, al tiempo que promueve la energía nuclear como fuente de carga base libre de carbono para estabilizar una red cada vez más renovable.
En ese contexto, proyectos como Copper Mountain tienen tres capas de valor estratégico:
- Seguridad energética: uranio producido en territorio estadounidense, en un estado —Wyoming— con tradición minera, infraestructura y regulación familiarizada con el sector nuclear.
- Menos riesgo de ejecución: gran parte del “trabajo pesado” en barrenación, modelado y diseño conceptual de mina ya fue pagado por un operador anterior, reduciendo la curva de aprendizaje y el capex exploratorio incremental.
- Alineamiento ESG: la narrativa de uranio como combustible de baja huella de carbono gana tracción en portafolios institucionales que antes evitaban nuclear, lo que abre la puerta a capital que busca exposición temática a energía limpia, pero con oferta limitada de proyectos de escala.
Para desarrolladores, fondos y family offices expuestos a infraestructura y energía, el movimiento de Myriad marca una referencia sobre cómo se están estructurando las apuestas en uranio: activos brownfield, con datos heredados, en jurisdicciones de bajo riesgo regulatorio y alta alineación con políticas de seguridad energética.
Riesgos, tiempos y qué deben leer los inversionistas
El control del 75% no significa producción inmediata. Copper Mountain sigue siendo un proyecto de exploración avanzada que enfrenta la agenda completa de la minería contemporánea:
- Validar recursos históricos bajo estándares actuales (NI 43-101).
- Avanzar permisos federales y estatales en un contexto de mayor escrutinio ambiental.
- Definir la ruta técnica (mina a cielo abierto, subterránea, ISR o combinación) con CAPEX competitivo frente a otros proyectos estadounidenses y canadienses.
Para el capital inmobiliario-energético, el caso deja varias lecciones:
- El valor está en los distritos, no solo en los depósitos individuales. Copper Mountain se perfila como un sistema de múltiples cuerpos conectados por infraestructura compartida, modelo que maximiza economías de escala.
- La “infraestructura de datos” es un activo en sí mismo. Miles de barrenos históricos, estudios del DOE y nueva geofísica permiten acelerar decisiones y reducir la probabilidad de sorpresas geológicas costosas.
- La seguridad energética se está volviendo tesis de inversión mainstream. Proyectos que combinan escala, ubicación estratégica y combustible bajo en carbono están moviéndose al centro de la conversación entre utilities, fondos de infraestructura y capital privado.
Con el earn-in a 75% completado, Myriad Uranium pasa de ser “aspirante” a operador de referencia en uno de los pocos distritos de uranio estadounidenses con escala potencial de clase mundial y un backlog de información difícil de replicar desde cero. El siguiente tramo lo definirán los taladros, los permisos… y el apetito del mercado por financiar la próxima ola de proyectos nucleares.