Un programa piloto en Nueva York está poniendo a prueba un modelo poco convencional de apoyo económico: transferir 12,000 dólares en USDC, una stablecoin, a 160 residentes de bajos ingresos. La iniciativa, liderada por la organización GiveDirectly y financiada por Coinbase, busca entender si el uso de criptomonedas puede hacer más flexible y eficiente la entrega de ayudas.
Emma Kelsey, responsable de programas de GiveDirectly en Estados Unidos, explica que el diseño apunta a algo clave: permitir que las personas hagan “movimientos grandes” con el dinero, no sólo cubrir gastos inmediatos.
Cómo funciona el piloto: USDC como canal de apoyo directo
El esquema de apoyo se estructura en dos bloques:
- Un pago inicial de 8,000 dólares.
- Cinco pagos mensuales adicionales de 800 dólares cada uno.
Los recursos se entregan en USDC, una stablecoin diseñada para mantener paridad de 1 a 1 con el dólar estadounidense, respaldada por reservas de efectivo y valores gubernamentales de corto plazo.
En teoría, esto combina:
- Rapidez y trazabilidad de cripto.
- Estabilidad relativa frente a la volatilidad de otras criptomonedas.
Sin embargo, no todo el mundo está convencido. Expertos como Hilary Allen, de American University, han advertido sobre posibles complicaciones al usar cripto como vehículo para programas sociales, desde riesgos tecnológicos hasta la exposición a plataformas y herramientas que los beneficiarios no dominan.
Ingreso básico, cripto y la discusión de fondo
El piloto se inserta en un debate más amplio:
- ¿Tiene sentido pagar apoyos o esquemas tipo ingreso básico usando activos digitales?
- ¿La cripto ayuda a la inclusión financiera o añade una capa extra de riesgo?
- ¿Existe riesgo de efectos inflacionarios si se generalizan estos esquemas?
Para algunos, el programa es una señal positiva: prueba de campo sobre cómo los activos digitales pueden usarse para transferencias directas, sin intermediarios tradicionales y con mayor flexibilidad para los beneficiarios.
Para otros, el riesgo está en:
- Empujar a poblaciones vulnerables hacia instrumentos que aún cargan con complejidad y reputación frágil.
- Depender de la estabilidad de una infraestructura (exchanges, wallets, emisores de stablecoins) que está lejos de ser perfecta.
Más allá del piloto, la discusión sirve como laboratorio sobre cómo se combinan política social, tecnología financiera y regulación en un mismo diseño.
Inversión y renta pasiva: el ángulo para capital privado
Aunque el programa está diseñado para hogares de bajos ingresos, el caso abre otra conversación relevante para inversionistas: cómo generar ingresos pasivos en un entorno donde cripto ya convive con vehículos tradicionales.
Entre las alternativas que siguen ganando terreno:
- Real estate vía crowdfunding: plataformas como Arrived permiten participar en propiedades con tickets más bajos, recibiendo flujo por rentas y potencial plusvalía sin administrar directamente el activo.
- Acciones y ETFs de dividendos: portafolios centrados en empresas o fondos que reparten dividendos recurrentes, útiles para quienes buscan flujo sin vender posiciones.
Frente a la narrativa cripto, estos esquemas ofrecen:
- Activos reales (como inmuebles) con fundamentos más claros.
- Marcos regulatorios más maduros.
- Un historial más largo de comportamiento a través de ciclos económicos.
Para el mercado inmobiliario, en particular, la combinación es interesante: por un lado, cripto y stablecoins como medio de pago, captación o settlement; por otro, el ladrillo como activo subyacente para quienes buscan ingresos pasivos con menor volatilidad.
Lo que deja este piloto para el ecosistema financiero y de inversión
El programa de Nueva York no resolverá por sí solo el debate sobre ingreso básico ni sobre el rol de cripto en política social, pero sí deja algunos mensajes clave:
- Las criptomonedas están dejando de ser sólo un activo especulativo para probarse como infraestructura de pagos y transferencias.
- La inclusión financiera no depende sólo de la tecnología, sino de educación, regulación y diseño responsable de programas.
- Para inversionistas, el reto es entender cómo encajan las capas: cripto como rail de dinero, real estate y activos tradicionales como fuente de valor estable.
Para quienes operan en mercados de lujo, hospitalidad e inmobiliario institucional, la señal es clara: el futuro de la inversión combinará nuevas formas de mover dinero (stablecoins, rails digitales) con activos duros y flujos probados (inmuebles, dividendos, rentas). La oportunidad está en construir puentes entre ambos mundos, no en apostar ciegamente por uno solo.