Tulum, durante años la joya aspiracional del Caribe mexicano, enfrenta hoy las consecuencias de su propio éxito. Tras un ciclo de crecimiento desordenado, las señales son claras: caída de la ocupación hotelera por debajo del 50% en septiembre de 2025, restaurantes vacíos, tarifas altas, fricción social y una reputación golpeada en redes sociales.
A esto se suma una combinación de factores que erosionan la experiencia del visitante: precios elevados, preocupaciones de seguridad, restricciones de acceso a playas públicas y episodios recurrentes de sargazo sin una respuesta estructural.
En este contexto, gobiernos locales, estatales y federales lanzaron el programa “Tulum Reborn: Fairer, Safer and More Sustainable”, una estrategia de 128 acciones que busca reordenar el destino, detener la expansión descontrolada y reconstruir la confianza de visitantes, inversionistas y comunidad.

Los cuatro pilares del renacimiento de Tulum
El plan se articula en cuatro ejes centrales:
1. Regulación ordenada de atracciones turísticas
El objetivo es pasar del uso intensivo a la gestión responsable de los sitios naturales y culturales. Esto implica:
- Regular la capacidad de carga de cenotes, playas y zonas arqueológicas.
- Controlar flujos turísticos para no rebasar los límites ambientales.
- Vincular permisos y operación a criterios de conservación.
Para el sector privado, esto significa que el modelo de “explotar al máximo” ya no es viable. La lógica será operar menos denso, pero más ordenado y con valor agregado real.
2. Gestión urbana y ambiental responsable
Tulum arrastra un déficit histórico de infraestructura. El plan enfrenta de frente este rezago:
- Mejorar servicios básicos: agua, drenaje, manejo de residuos y energía.
- Proteger ecosistemas costeros y selváticos, evitando más invasión de áreas sensibles.
- Integrar criterios ambientales en la planeación urbana, no sólo en el discurso.
El mensaje para developers es directo: primero se consolidan servicios, luego se habla de nuevo crecimiento. La expansión a cualquier costo deja de ser opción.
3. Desarrollo y promoción turística con nuevas narrativas
El esfuerzo ya no se centra sólo en “sol y fiesta”. Tulum Reborn busca:
- Construir nuevas narrativas de marketing ligadas a turismo responsable.
- Impulsar experiencias auténticas, cultura local y eventos de alto impacto bien curados.
- Enfocar la promoción en visitantes que valoran sostenibilidad y respeto comunitario.
Esto abre espacio a productos curados, boutique, wellness, cultura y naturaleza, y reduce el atractivo del modelo de volumen con baja calidad de servicio.
4. Mejoras en infraestructura y servicios
El plan contempla inversión directa en el entorno físico:
- Mejores vías de acceso y circulación interna.
- Señalización clara y ordenamiento del tráfico.
- Refuerzo de servicios esenciales para residentes y turistas.
La idea es que la experiencia de destino no dependa sólo de un hotel o un beach club bien diseñado, sino de una ciudad que funcione.
La revolución del acceso: reclamar la costa
Uno de los puntos más sensibles en Tulum ha sido el acceso a la playa. El plan reconoce que la captura privada del litoral dañó la relación con residentes y visitantes.
Entre las medidas anunciadas:
- Acceso a playas públicas: nuevos acuerdos que garantizan acceso gratuito a playas clave.
- Parque Nacional Jaguar: creación de nuevos puntos de entrada para llegar a playas protegidas.
- Zona hotelera: expansión y regulación de accesos en playas principales, evitando bloqueos de facto.
Para el mercado inmobiliario y hotelero, esto implica un cambio de juego: la plusvalía ya no podrá basarse en cerrar el paso a la playa, sino en la calidad del producto y la experiencia ofrecida.
Crisis de modelo: cuando el desarrollo rebasa la sostenibilidad
Tulum vive una crisis urbana clásica de destinos sobreexplotados:
- Hoteles ecológicos y proyectos de baja densidad desplazados por desarrollos más grandes e intensivos.
- Infraestructura rebasada por el ritmo del crecimiento.
- Regulación reacciva, más que preventiva.
“Tulum Reborn” busca parar la expansión sin control y enfocarse en:
- Regulaciones urbanas estrictas: reglas claras sobre alturas, densidades y estilos arquitectónicos acordes con el entorno.
- Inversión en dignidad pública: concluir y fortalecer servicios comunitarios básicos para residentes, no sólo para turistas.
- Restaurar la confianza: profesionalizar el sector turístico y fijar estándares de servicio al cliente y operación.
En términos de negocio, esto separará a los jugadores que operan con visión de largo plazo de quienes sólo buscan extraer valor rápido del territorio.
Oportunidad de reinicio: Tulum como laboratorio de turismo sostenible
La caída de ocupación, la saturación y el desgaste de la marca destino obligan a una corrección de ruta. El gobierno plantea esta crisis como una oportunidad para un “reinicio obligatorio”.
La ambición es clara: que Tulum evolucione de símbolo de sobredesarrollo a caso de estudio de reconversión hacia un turismo:
- Más justo con la comunidad local.
- Más seguro para el visitante.
- Más sostenible en términos ambientales y urbanos.
Para inversionistas, desarrolladores y operadores, la conclusión es directa: el futuro de Tulum no está en añadir más cuartos sin contexto, sino en alinear proyectos con las nuevas reglas, el entorno y una narrativa de responsabilidad real. Quien se adapte a este nuevo contrato social y urbano tendrá espacio en el siguiente capítulo del Caribe mexicano; quien no, quedará fuera del juego.