Aunque no existe una verdad absoluta sobre qué es más conveniente cuando se trata de vender o alquilar una propiedad, dependiendo de la estabilidad económica que atraviesan los propietarios y de los objetivos que tengan en el corto y largo plazo, se puede elegir la mejor alternativa.

Mateo Turanzas, CIO de Quiero Casa, propone que antes de elegir:

  1. Preguntarse qué es lo que se persigue con cualquiera de estos movimientos, ¿obtener una cantidad grande de dinero en poco tiempo?; ¿asegurar ingresos constantes durante al menos un año?; ¿comprar otra propiedad?
  2. Determinar si lo harás por cuenta propia o con ayuda de un asesor inmobiliario debidamente acreditado.

“En cualquier caso, es importante asesorarse por expertos inmobiliarios, porque ellos conocen cómo tasar correctamente, algo que impacta directamente en la rentabilidad y ganancias justas al momento de ponerle precio total a la propiedad o calcular la mensualidad adecuada. Si bien cobran un porcentaje por sus servicios, es más probable obtener precios justos e incluso, implementan tácticas de marketing para que el proceso sea más rápido y efectivo”, resaltó Turanzas.

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Ventajas y desventajas de vender

Si el inmueble está deshabitado y no se ubica en un área altamente transitada o con fácil acceso a zonas de trabajo, en definitiva un gran acierto es ponerla a la venta, ya que es posible que represente gastos de mantenimiento, impuestos y catastrales que restan en lugar de sumar.

Además de evitar estos gastos, se aumentan dígitos a la cuenta bancaria, mismos que aunados a otros ahorros pueden ser reinvertidos en una propiedad con mejor ubicación, tamaño o calidad, resultando más rentable a largo plazo. Reinvertir en otro departamento o casa también aminora impuestos.

Por otro lado, entre las desventajas de esta transacción destaca que, si el dinero obtenido no vuelve a reinvertir en otro activo refugio o inversión, solo se gasta y se habrá generado una pérdida de patrimonio que impactará en los bienes heredables o que sirvan de ayuda en situaciones futuras.

Asimismo, si no se cuenta con los documentos de la propiedad en regla, podrían enfrentarse más gestiones de las que de por sí ya implica un proceso de este tipo, y más si la vivienda no se ha terminado de pagar y pretende traspasarse la deuda.

Ventajas y desventajas de rentar

En primer lugar, esta opción representa un ingreso mensual fijo durante el tiempo que tú estipules en un contrato de arrendamiento, lo que puede ser de ayuda en contextos difíciles como el actual, donde el desempleo y la baja de ingresos es un riesgo constante.

En caso de que la propiedad aún no esté cubierta en su totalidad, la renta puede servir para pagar la hipoteca mensual y un extra. Si ya se ha concluido, el alquiler se convierte en un ingreso pasivo, es decir, que se obtiene dinero sin mucho esfuerzo, solo manteniendo en buenas condiciones el lugar.

En contraste con la venta, la renta es un proceso que no implica trámites burocráticos, únicamente un contrato claro diseñado por alguien con conocimiento en leyes y un seguro que prevenga de la cobertura por daños. Al término del mismo, el propietario tiene nuevamente otra opción para habitar y una prenda de garantía en caso de que necesite algún préstamo elevado con algún banco.

Entre los contras más comunes se encuentra el deterioro latente del inmueble, por ello hay que ser claro en las cláusulas del contrato, de lo contrario, nadie pagará los daños y habrá que invertir en mejoras o composturas.

La comunicación y buena relación con los inquilinos será vital para prevenir este tipo de conflictos, además de su buen comportamiento y cumplimiento de las normas.