Los tiempos han cambiado y la mayoría de las industrias ya no son las mismas de hace varios años o más. Mucho se dice que es derivado de la aceleración digital desatada por la pandemia, pero también el impacto de las redes sociales ha revolucionado a la sociedad y su estilo de vida.

Antes, era bastante común conocer personas que iban a Estados Unidos o Europa, para ir de shopping; ir a la First Avenue de Nueva York, a Champs-Élysées en París, a los outlets de San Antonio en Texas o Los Ángeles en California o incluso, Milán para encontrar lo último en moda. Pero todo eso ha cambiado.

Los turistas ya no viajan a otros destinos para comprar ropa. Gracias a efectos del nearshoring, el comercio digital y a las nuevas generaciones que buscan vivir experiencia más que una prenda de una marca exclusiva, la afluencia en centros comerciales ha disminuido considerablemente.

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Foto: Cortesía

Desde 2018, se reportó la suspensión de la construcción de nuevos centros comerciales, ya que, por la contingencia sanitaria, se produjo una oleada de desocupaciones de espacios como en la Av. Presidente Masaryk. Según Colliers, la firma de servicios inmobiliarios, actualmente, el mercado se encuentra en 91% a nivel nacional aunque, según la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI) en mayo de 2023, hubo una disminución de hasta 15 por ciento.

Pero más allá de los números, las conversaciones de ir de viaje a hacer shopping, es cada vez menos común. Los Millennials y la Generación Z están dejando atrás la mentalidad aspiracionista de las generaciones anteriores, influenciada por centros comerciales y outlets prefabricados que ofrecen descuentos y ropa de temporada, lo que atraía a los turistas más que al mercado local.

Un vestigio de los años 90 y principios de los 2000, la experiencia del centro comercial se ha reemplazado en favor de boutiques exclusivas en las esquinas y restaurantes con un diseño ‘disruptivo’. Mucho menos preocupados por las similitudes, los jóvenes de hoy buscan experiencias de consumo individuales que se ajusten a su estilo y personalidad única.

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Foto: Cortesía

Este panorama es una amenaza latente para los inversionistas inmobiliarios. Los grandes centros comerciales eran un distintivo importante para la ubicación de un hotel o una casa en renta, o incluso, para quienes pagaban por una franquicia de una marca que fuera atractiva para los visitantes. En ese sentido, los espacios vacíos representan una pérdida directa de ingresos para los inversionistas, ya que no generan alquileres ni otros ingresos asociados, por lo que esto considera pérdida de empleo, revaluación de estrategias de inversión y posibles afectaciones a la reputación corporativa; como el caso de Abercrombie & Fitch, Hollister o American Eagle, que una vez que aterrizaron en México, dejaron de ser marcas aspiracionistas.

Si bien, la baja afluencia en centros comerciales presenta desafíos importantes para los inversionistas inmobiliarios, quienes deben adaptarse y buscar soluciones creativas para mantener la rentabilidad de sus activos en un entorno cambiante, la industria de los centros comerciales no se encuentra en terapia intensiva. La capacidad de identificar oportunidades de inversión alternativas y de implementar estrategias efectivas será crucial para mitigar los impactos negativos en sus carteras. ¿Cuál será el valor de ir a un mall o un outlet que no puede ofrecer una tienda en línea, tanto para el consumidor como para el negocio?

POR: ROBERTO CASTRO, EXPERTO EN COMUNICACIÓN Y MARKETING, ESPECIALIZADO EN REAL ESTATE, ESTILO DE VIDA Y NEGOCIOS.

Es un texto de la edición 142 https://inmobiliare.com/inmobiliare-142/

*Nota del editor: Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad
del autor y no necesariamente reflejan la posición de Inmobiliare.

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