ASG es el acrónimo de Ambiental, Social y Gobernanza Corporativa, que en inglés es también el acrónimo de Enviromental, Social and Corporate Governance (ESG), se trata de un término que funciona como referencia a una serie de datos específicos que han diseñado y están usando los inversionistas para evaluar los riesgos materiales que las organizaciones toman con base en los factores externos e internos que estas generan.

Estos datos y métricas se usan para evaluar las estrategias y las decisiones de negocio de las empresas. También los inversionistas utilizan los datos ASG para evaluar el valor de la empresa, mediante modelos que identifican y evalúan los riesgos y oportunidades relacionados con la sustentabilidad y la rentabilidad ajustada al riesgo a largo plazo. Esto incluye a los clientes, proveedores, empleados, liderazgo, y el medio ambiente.

Cada vez más presente este concepto está íntimamente relacionado con las Certificaciones Sustentables y comprenderlo bien nos hace entender por qué.

En la parte Ambiental los datos reportan lo concerniente a cambio climático, emisiones de gas efecto invernadero, pérdidas de biodiversidad, deforestación, contaminación, eficiencia energética, y la forma de utilizar el agua.

En el aspecto Social los datos reportan los conceptos de seguridad y salud de los empleados, así como las condiciones de trabajo, diversidad, equidad e inclusión, conflictos y crisis humanitarias y es relevante el diagnóstico de riesgos y resultados relacionados con la satisfacción de los clientes y de los empleados y su nivel de compromiso con la empresa.

Desde la perspectiva de Gobierno Corporativo los datos informan sobre gobierno corporativo, sobre la prevención del soborno, la corrupción, la diversidad de la junta directiva, la compensación ejecutiva, las prácticas de seguridad cibernética y el manejo de la privacidad, así como la estructura de gestión.

Rafael Berumen, Managing Director REMS | México.

Desde el año 2020 se ha incrementado el interés los datos ASG con datos de Objetivos de Desarrollo Sustentable, que se han desarrollado en base al trabajo de la Organización de las Naciones Unidas a partir de la década de los años ochenta del siglo pasado.

Las decisiones históricas sobre dónde se colocarían los activos financieros se basan predominantemente en el rendimiento financiero. Sin embargo, siempre ha habido una infinidad de criterios desde consideraciones políticas hasta conceptos subjetivos.

En las décadas de los años cincuenta y sesenta algunos fondos de pensiones identificaron la oportunidad de afectar el entorno social utilizando sus activos de capital. Luego en la década de los años setenta el rechazo mundial al régimen del apartheid en Sudáfrica generó ejemplos muy claros de desinversión siguiendo criterios éticos.

En aquellos años, los 60 y 70, el economista Milton Friedman, fue uno de los líderes del pensamiento económico del siglo XX, argumentó que la responsabilidad social afectaba negativamente el desempeño financiero de una empresa. Esto limitó de manera muy importante el avance en la aplicación de estos conceptos. Años más adelante al iniciar el siglo XXI comenzaron a aparecer numerosos informes proporcionando información de investigaciones que respaldaban argumentos en el sentido contrario, las empresas más exitosas estaban aplicando estos conceptos.

En 1988, James S. Coleman escribió un artículo titulado “Social Capital in the Creation of Human Capital”, el artículo desafió el predominio del concepto de “interés propio” en la economía e introdujo el concepto de capital social en la medida del valor.

En 1998, John Elkington, identificó el grupo emergente de consideraciones no financieras que deberían incluirse en los factores para determinar el valor de una empresa o de sus acciones. Acuñó la frase “triple bottom line” (triple resultado final), refiriéndose a los factores financieros, ambientales y sociales incluidos en el nuevo cálculo. Al mismo tiempo, la estricta división entre el sector ambiental y el sector financiero comenzó a romperse.

El término ESG se utilizó popularmente por primera vez en un informe de 2004 titulado “A quién le importa, gana”, que fue una iniciativa conjunta de instituciones financieras por invitación de la ONU. El informe ha sido respaldado por 20 instituciones destacadas.

En menos de 20 años, el movimiento ESG ha pasado de ser una iniciativa de responsabilidad social corporativa lanzada por las Naciones Unidas a un fenómeno mundial de cientos de billones de dólares en activos bajo gestión. Una y otra vez los resultados de las empresas más exitosas en el mundo han confirmado cada vez más que las consideraciones ESG no solamente no afectan negativamente sino por el contrario muestran que los resultados son muy positivos y además en el largo plazo claramente tienen congruencia y se alinean a sus objetivos más importantes.

POR: Rafael Berumen, Managing Director REMS | México

Es una columna de la edición 137 https://inmobiliare.com/inmobiliare-137/