Contrario a lo que pudiera pensarse, los smart buildings también conocidos como edificios inteligentes, han existido por más de tres décadas. Durante ese periodo y hasta la actualidad, la definición de estas edificaciones, así como las innovaciones tecnológicas que se aplican en ellas, han ido progresando bajo el objetivo común de optimizar las operaciones. De este modo, se originan nuevas oportunidades que toman mayor relevancia frente a la pandemia por Covid-19 y el ingreso a la nueva normalidad.
¿Qué es un edificio inteligente?
El concepto se origina de smart building, traducido al español como edificio inteligente; sin embargo, en inglés smart e intelligent refieren a dos cosas distintas. Intelligent es algo que se puede medir con una prueba IQ para identificar la agudeza mental humana, es decir, no es aplicable a una edificación. Mientras que smart es una cualidad que se obtiene con la experiencia. Esta la puede adquirir un inmueble mediante recolección de datos y manejo de información a través de diversos dispositivos que permiten cumplir un objetivo en específico. Así lo explicó en entrevista con Inmobiliare, María L. Valdez, Managing Director – Sales, Transitions & Governance de Newmark México.
En este sentido, “se considera que un edificio es inteligente cuando puede satisfacer de manera automatizada y controlada, las diferentes demandas entre las que se encuentran seguridad, energía, o confort, para lograr mayor eficiencia y menor costo de operación”, agregó. Un smart building está intercomunicado. Cuenta con sensores que transmiten señales a un centro de control que recibe y decodifica la información, y según la programación predeterminada, puede dar órdenes oportunas y ejecutar una función o tarea en particular, comentó la especialista en Facilities Management.
Por su parte, Elsa Yañez, Presidenta de la Asociación Mexicana del Edificio Inteligente y Sustentable (IMEI) destacó que una característica primordial para un smart building es la interoperabilidad, en donde varios sistemas conviven juntos y transmiten información, consiguiendo crear una mejor experiencia para inquilinos y/o visitantes. Asimismo, compartió que desde la organización que dirige, trabajan de manera conjunta con otros actores del mercado inmobiliario, para lograr una redefinición del concepto de inteligente. Tomando en cuenta que esta categoría debe entenderse desde distintas perspectivas.
Para la presidenta del IMEI, un smart building atiende cinco factores principales: aplicación de tecnología; calidad ambiental interior; bienestar; responsabilidad social corporativa y adoptar soluciones en función de un propósito particular. Este último es el eje principal para identificar las necesidades y en línea con las otras tendencias lograr un sistema integral que aporte múltiples beneficios a propietarios y usuarios.
Por su parte, María Valdez comentó que todo inmueble es susceptible de convertirse en inteligente si reúne cinco características esenciales:
1. Consumo eficiente. Contar con sistemas de ahorro de energía y agua que optimicen el suministro con base en la información recolectada sobre el consumo.
2. Integra sistemas de control. Es decir, tiene un sistema principal que comprende diferentes dispositivos para eficientar la administración y operación de forma automatizada.
3. Seguridad. Adopta herramientas innovadoras para garantizar la seguridad de sus usuarios.
4. Flexibilidad. Una edificación flexible permite que se puedan adaptar mejoras y cambios tecnológicos continuos.
5. Ergonomía. Brinda confort y un entorno de mayor comodidad que mejora la experiencia de los usuarios.
María Valdez señaló que el concepto de smart building es aplicable a todas las tipologías de inmuebles, ya sean oficinas, hospitales, hoteles, museos, viviendas, centros comerciales, entre otros. Pero la solución más adecuada es la que se adapta a las necesidades de los propietarios, y a su vez, de los inquilinos.
“Hay opciones que son muy atractivas y altamente eficientes, pero elevan las inversiones iniciales. Al final depende mucho de cuánto quiera y pueda invertir el propietario”, expuso. Por otra parte, hacer una fuerte inversión podría llevar a que algunas propiedades sean asequibles solo para quien pueda y esté dispuesto a pagar precios más altos de ocupación. “Existen alternativas menos robustas en cuanto a sistemas de automatización y tecnología que permiten mantener la operación en un costo relativamente amable y aumentar la eficiencia. Todo depende de qué es lo que buscan las empresas, qué les interesa monitorear o hacer inteligente y qué tanto están dispuestas a invertir”, añadió.
Invertir en edificios inteligentes se traduce en importantes beneficios. En cuanto a los propietarios, implementar sistemas inteligentes hará más atractivos sus edificios, al mismo tiempo que podrán obtener grandes reducciones en costos de energía y operación.
Para las compañías que rentan espacios al propietario, algunos de los beneficios que podrán ofrecer a los usuarios finales son mayor confort y seguridad. Para el personal de mantenimiento facilitan anticipar fallos gracias a la data almacenada y al estudio que se hace de esta.
“Se considera que un edificio es inteligente cuando puede satisfacer de manera automatizada y controlada, las diferentes demandas entre las que se encuentran seguridad, energía, o confort, para lograr mayor eficiencia y menor costo de operación”. María Valdez.
Soluciones para la nueva normalidad
Elsa Yañez destacó que frente a la coyuntura actual, la adopción de soluciones inteligentes ayudará a incrementar la confianza de las personas para regresar a espacios, por ejemplo, de oficinas. Es importante recordar que a raíz del virus, las tasas de ocupación han disminuido considerablemente. No obstante, los espacios corporativos y de trabajo continúan siendo esenciales para muchos sectores, por lo que a mayor seguridad el reingreso será más factible.
Asimismo, apuntó que orientar las innovaciones smart hacia el tema del bienestar ayudará a las empresas a tener una mejor conexión con sus empleados al brindarles opciones que aporten a su calidad de vida; lo que finalmente, se verá reflejado en el desempeño laboral. En este sentido, la calidad ambiental interior es uno de los aspectos esenciales. Y esto incluye factores como el confort térmico, la calidad y limpieza del aire, las condiciones acústicas, o la iluminación, que al optimizarse mejoran la habitabilidad de los espacios y la productividad de los usuarios, además de disminuir el gasto energético.
Por Daniela González
Este es un fragmento del artículo Inteligencia para la nueva normalidad: tendencias en smart buildings de la edición 125 https://inmobiliare.com/inmobiliare-125/